30 de noviembre de 2012

Polibiana


He hecho en estos ultimos años una cantidad descomunal de entrevistas: a mujeres italianas, a trabajadores  ferroviarios y portuarios, a inmigrantes y a hijos de inmigrantes. El que esté leyendo esto probablemente haya visto algo de este trabajo en Museo Taller, en Trentinos en Bahía Blanca y en Italianos en Bahía Blanca.

La utilización de entrevistas orales para escribir historia ha llevado a la proliferación, en estos ultimos tiempos de muchas investigaciones académicas.  Algunas por supuesto son muy buenas.
Sin embargo creo que hay algo que no se está entendiendo bien, y se está haciendo un "mal" uso de las entrevistas. No me estoy refiriendo a un mal uso de la "experiencia", la vivencia, lo singular del recuerdo que una entrevista proporciona y que ninguna otra fuente puede dar. El testigo presencial, el que estuvo ahi, el que vio, vivió, recuerda y reelabora para poder contar es indiscutiblemente un referente ineludible cuando uno hace historia reciente. (Autoptés)
El problema está en que, mirando algunos de aquellos trabajos académicos o respaldados por la academia, encuentro que los datos proporcionados por la débil memoria de un anciano son tomados así, de primera mano, y afirmados como verdad, sin haber hecho el trabajo básico, elemental, que es ir y contrastarlos con lo que muestran fuentes de información que no corren el riesgo de olvidar o confundir: o sea, diarios, actas, fotos, informes para corroborar o ajustar fechas, nombres, causas. Daría la impresión de que algunos olvidan lo básico.

¿Lo básico? un señor le cuenta a un historiador profesional una huelga en la que le paso "tal y tal cosa". Ese "tal y tal cosa", ponele que sí (si es que no lo contó ya muchas veces; porque si fue así, el entrevistado ya tiene un relato modelado al ritmo de las expresiones de interés y asombro de los entevistadores anteriores, incluso inducido por relato o las expectativas con el que esos entrevistadores hayan iniciado la conversación). Pero la fecha de la huelga, las causas mas generales de la huelga, eso, hay que contrastarlo con otras fuentes. Si lo hubiera hecho, ese historiador profesional se habría enterado de que en esa entrevista se está hablando de dos huelgas, sucedidas con tres años de distancia la una de la otra. (y esa confusion le ocurre a muchisimos de los que participaron de esas dos huelgas).

¿Lo básico?: un historiador va hacer la historia de una institución barrial formada ochenta años atras; y menciona en el cuerpo mismo del texto de historia, nombres, cargos, fechas. Yo leo eso, y enseguida me pregunto: ¿de dónde salieron esos datos? Revuelvo cielo y tierra, doy con un texto que transcribe el acta de formación de esa institucion, los nombres y los cargos de sus miembros; y hete aquí que no coinciden, coincide poco, coincide algun nombre, coincide el nombre de una persona conocida,cuyo nombre siguió sonando en el barrio, coincide evidentmente con lo que alguien recuerda y contó en una entrevista, lo que alguien recuerda que le contaron - porque ninguna persona viva pudo haber estado en la conformación de esa sociedad ochenta años atras-. No solamente inexactos: tampoco aquellos nombres, cargos o fechas que estan en el cuerpo mismo del texto se hace referencia a la proveniencia de la información. Me podrán decir: bueno, en un libro sobre una institucion barrial y que se supone que es de "divulgación" no vas a poner notas al pie. Ponele que no. Pero el trabajo hay que hacerlo bien igual, siempre, y con más razón, incluso, para que el texto sea fiable, si el que lo hace es un  historiador, profesional (en este sentido, profesional, no en el de los títulos o cargos universitarios). Hasta un periodista sabe que hay que hacer eso.

¿lo básico? no dejarse llevar tan facilmente por la idea corriente de que el uso de entrevistas y el rastreo de datos en fuentes escritas son recursos o métodos antagónicos.


No sé por qué me preocupo tanto.
No sé si hay alguien mas a quien estas cosas le preocupen.
Los que yo creo que se tendrian que preocupar, están muy ocupados y apurados en otras cosas.
Las modas académicas (como esta cosa llamada "historia oral", por ejemplo), las disquisiciones teóricas formuladas en el aire y no como resultado de un trabajo de campo específico y concreto, y finalmente la urgencia por cumplir plazos administrativos (eso de entregar antes de tal fecha el resumen de un trabajo que, la mayor parte de las veces, aún no existe) pueden llegar a comerse la pasión y la seriedad que un trabajo como este requiere.







20 de noviembre de 2012

Dejalo en paz, dejalo ir.
¿por qué no lo soltás?

¿creés que lo estás protegiendo?
¿crees que así, en cierto modo,
sigue viviendo,
confortablemente oculto,
resguardado
bajo ese sol lejano
que lo conserva, aún,
resplandeciente?
¿no sabés acaso
que las lágrimas
son regalos
inútiles, que él ya
no te necesita?









18 de noviembre de 2012

Una tarde de actividad febril:

- poda de algunas hojas y ramas de la hiedra, mientras Nina prueba sus patines nuevos en el patio. Reprimir la tentacion de sacar la escalera y ponerme a podar todos los 2,5 metros de pared y extension con mi pequeña y noble tijera de podar de hierro.

- una densa entrada en el blog de los trentinos despues de haber terminado de desgrabar una entrevista de 1h 57'. Podría haber preparado ya la continuacion (la historia de la hija del hombre sobre el que escribi hoy), de hecho ya tengo el borrador medio planteado.

- una pagina para subir todas las traducciones  del italiano o del latín de letras de obras, ordenadas por titulo y autor, en idioma original y traduccion (la mayor parte ya estaban hechas, otras que no encontré a mano, al final me resulto mas rapido volver a hacerlas). Reprimir con rigor la insistente tentación de completar cada obra con video/audio e imagenes de pinturas u obras de arte.

- milanesas de carne y de zapallitos. Queda la mitad para el almuerzo de mañana.

Tendría que salir a caminar ahora, la noche es bella.

15 de noviembre de 2012

Saveria


Una mujer -italiana- lava la ropa a mano, los sábados, y canta: Un bel di vedremo, levarsi un fil di fumo, sull'estremo confin del mare... feliz como si estuviera en un gran teatro.

Podría haber sido cantante, podría haber sido famosa. Sabía esa y tantas otras arias, y las cantaba muy bien, según me han contado.

Aquel día cuando daba yo mi conferencia en la Dante y la evocaba -aun sin conocerla- a esta mujer, la  tendría que haberla tarareado yo, un bel di vedremo, suave, como en voz baja, sin tanto despliegue de atril, partitura ni la prepotente voz de soprano de esa cantante hija de aristocratas salteños y militares castizos.

"Claro, - me dijo Sandra el otro día - que una mujer, inmigrante mientras lava la ropa, cante un bel dì vedremo es algo que solamente los que sabemos -y hemos vivido a través de nuestras familias - cómo era esa Italia de los años 50, podemos entender. Una cuestión de experiencia vital de la chica que cantó: tal vez no es que no haya cantado bien, pero no pudo empatizar con la vivencia de la que vos hablabas."

13 de noviembre de 2012


Como un ritual, cada año, cuando llega el momento que marca el programa, volvemos a tomar el libro o la fotocopia -aunque bien podríamos hacer a menos y decirlos de memoria -, y leemos, y copiamos, y hacemos decir y repetir, entre muchos otros (como Dante, que escribe los nombres de las cien mujeres más hermosas de Firenze solo para permitirse decir, entre ellos, el nombre de Beatrice), algunos poemas.

2 de noviembre de 2012

Rosa

Pienso en esa chica que me contaron ayer, su padre se vino cuando ella tan chiquita que ni se acordaba qué cara tenía, su madre murió cuando era adolescente, apenas terminada la guerra, su hermana, casada con un nene; y el cuñado también se vino a vivir con su suegro, y quedaron allá las dos hermanas solas; y llegó dinero para que se venga la hermana con el nene pero al final viajó ella, porque -a mí -, decía la hermana, - me lo mandan seguro después, no me van a dejar sola acá con el nene-; y cuando llegó, el padre se emborrachaba y el cuñado también, y ella esperaba ansiosamente que algún día llegue su hermana, pero a la hermana nunca la mandaron a buscar y el cuñado un día se fue de la casa y desapareció y nunca más se supo de él; y el padre, solo, tomaba y le pegaba, y ella para evadirse leía novelas y revistas, y un día se escapó y fue a lo del vecino, que era compañero de trabajo de su padre, recientemente viudo y padre de nueve niños, así que el vecino la recibió en su casa - cuidame los chicos que yo te cuido-, y se casaron para no tener problemas por la casa que ocupaban; y cuatro años después tuvo una hija, en 1936, que nació por cesárea, ¡en esa época!; dos meses internada en el Policlínico estuvo, y aunque estuvo re mal, se salvó, y se salvó la hija, también; y siguió buscando por años a su cuñado para que haga venir a su hermana...

Ayer mientras mirábamos con su hija una caja de fotos, encontramos esta:

En el reverso dice:


Ricordandoti sempre, ricevi un cordiale saluto dal tuo lontano amico, Guido.



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1 de noviembre de 2012

Escribir una novela es algo que siempre tuve en mente; el argumento, el tono, el punto de vista, la estructura, la primera frase son cosas sobre las que muchas veces me he puesto a pensar concienzudament; y cada una de esas veces he gozado -sí, ya solamente con eso- de un inmenso placer, prefiguración del placer concreto y real - supongo- que supondría la escritura de esa novela en sí. Habiendo devorado ya toneladas de novelas y recordando haber sido -sobre todo en otras épocas- una gran fabuladora, he pensado  con frecuencia que bien podría haberme abocado yo también al minucioso trabajo de escribir una.

Por qué hasta ahora no lo hice, es algo que recién hoy siento ganas de pensar. Podría pensar que en estos años, ordenando un archivo y tratando de armar la historia de un taller ferroviario,  me he vuelto una - como me acaban de calificar esta mañana - empirista. (Nada de guitarreos, por favor, nada de deducciones a partir de premisas generales, nada de generalizaciones aventuradas a partir de uno o dos indicios, terror pánico a versiones de la historia creíblesm verosímiles y perfectamente falsas). Y sin embargo -pienso ahora, que estoy en pleno proceso de escritura - yo también de algún modo, "fabulo".

Ya sé que hay toneladas de libros sobre esto. He leído atentamente varios de ellos.
Pero no me preocupa esta mañana cuánta fábula hay en la historia que estoy escribiendo; sino cuánta historia (en el sentido de hechos sucedidos, personajes reales, lugares, circunstancias no ficcionales) necesitaría para mi futura novela.