30 de diciembre de 2012

Cara de piedra en la calle Moreno (y algunas reflexiones socráticometodólogicas sobre la cuestión)



A pocos metros de mi casa, en calle Moreno al 500.
Debe tener por lo menos cien años.
Me tendría que conseguir una camioneta, una escalera hidráulica como las de los bomberos para poder mirarlas de frente.
Aunque, en realidad, si las pusieron a esa altura es para que las miremos así, desde abajo.

Es curioso: por más que quiero sigo sin saber nada sobre ellas.
No tengo por ahora la posibilidad concreta -por razones laborales- de investigar a fondo como debería el tema (ir a catastro a ver los nombres de los primeros dueños, comitentes, contratos, etc; ir al diario, revistas y publicaciones locales; revisar cuidadosamente otras investigaciones que se hayan hecho sobre estos temas, etc).

Tengo los nombres de un par de escultores, pero estas caritas que estoy catalogando fueron hechas seguramente, por lo menos veinte o treinta años antes. Sabemos también que hacia 1910 quienes decoraban sus fachadas quedaban eximidos de pagar impustos, justamente porque según parece el aspecto de la ciudad en esos años era bastante desagradable.

Apenas puedo especular sobre el uso de moldes, materiales (¿yeso? ¿estuco? ¿cartón piedra?) y técnicas de montaje y acabado utilizados acá, y las posibles "interpretaciones" que pienso siguen siendo deducciones a partir de generalizaciones referidas a otras ciudades, otros países, incluso otras épocas, o aventuradas conexiones entre las cosas que sabemos sobre fines de siglo XIX (crecimiento económico vertiginoso, inmigrantes -y en seguida se piensa en italianos-, el gusto por la ostentación de una pequeñísima burguesía que logra hacer bellas sus casas solo por fuera), y esta serie de fotos.

Y quien conozca el centro de la ciudad de Bahia Blanca y  mire mis fotografías advertirá que en esta serie no están las caras ni las esculturas ni los atlantes más conspicuos: ni los de la Municipalidad, ni los del Banco Provincia (viejo), ni los del Banco Nación, ni los de La Nueva Provincia, ni los de la Escuela 2 ni los de la Biblioteca Rivadavia. Son (salvo los de la municipalidad) mucho más recientes, son edificios que se daba por descontado que habrían de contar con una ornamentación abundante, edificios de instituciones poderosas que manifiestan su poder con esas figuras ciclópeas. Presupongo (pero insisto, es solo una suposición) que esas obras deben haber sido hechas fuera de la ciudad, incluso fuera del país.
Tampoco -por ahora, al menos- se me ha dado por sacar fotos en el cementerio. De estas esculturas hay abundancia, también. Pero no.

A mí me interesan las caritas que están en las fachadas de casas particulares, modestas dentro de su pretensiosidad; y no sé si me interesan porque pueden llegar a parecer "bellas" (en esos años -fines siglo XIX-ppios XX era una moda sacar fotos o hacer mascarillas mortuorias -pero ignoro si acá en Bahia Blanca eso se hacía); me parece que no son tanto lo sueños o las fantasías ornamentales de las instituciones lo que me llama la atención, sino más bien el afán -pero siempre limitado- de suntuosidad de la petit bourgeoisie local, y la habilidad de quienes hacían esas caritas -adocenadas, acá, y sus talleres, y sus casas que probablmente eran casas chorizo, o de esas que se hacian (pieza-cocina-baño).

Esto que escribí antes es todo lo que sé sobre esta cuestión (que es bien poco, en verdad).Seguiremos buscando.
Aunque eso lleve un largo tiempo.
Soy constante, y no tengo apuro.

29 de diciembre de 2012

Felicidades

" .... las reflexiones de Bertrand Russell sobre “la conquista de la felicidad”. Tal como lo sugiere el nombre del ensayo, la felicidad es ubicada no en el número de la lotería que quizá salga pero probablemente no, sino en un lugar interno o externo, pero conquistable. Russell escribió ese ensayo para un tipo de lector un poco abstracto, con sus necesidades básicas satisfechas y sin grandes problemas personales. Para gente que al menos podría estar disfrutando de la felicidad de no tener grandes problemas personales y, sin embargo, es infeliz. Hemos construido un tipo de sociedades en las que las personas no cultivan lo que las hace felices, porque lo que predomina en ellas es una tendencia voraz hacia el aburrimiento. “Hoy nos aburrimos mucho menos que nuestros antepasados, pero tenemos mucho más miedo de aburrirnos.” El tedio amenaza en las sombras con su tipo especialísimo de inseguridad; del tedio nacen muchas desgracias. La felicidad es, por el contrario, la forma perfecta del entretenimiento. Lo escribió Pessoa: “Sentir es estar distraído”.

...
El método que encontró Russell a lo largo de su vida fue el darse cada vez menos importancia, y lo explicó contando cómo superó su juvenil y atenazante miedo de hablar en público. Comenzó a advertir que cuando hablaba muy bien y cuando hablaba muy mal, los resultados no diferían demasiado. Descubrió que era él su testigo y su juez más despiadado. Cuando dejó de estar pendiente de él mismo, se distrajo.

...
Así, la felicidad asoma como el resultado de un entretenimiento natural, social, de unos con otros, y en el plano lógico de Russell, como el fruto de un corrimiento necesario: el del ego. 'El ego de una persona es una parte insignificante del mundo. El hombre capaz de centrar sus pensamientos y esperanzas en algo que lo trascienda puede encontrar cierta paz en los problemas normales de la vida, algo que le resulta imposible al egoísta puro.'"

El artículo completo de Sandra Russo publicado en Página 12, acá




28 de diciembre de 2012

Exitos

“El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse”. Winston Churchill 


Basta de pedagogía y basta de exitismo, también.
Otro veneno inoculado minuciosamente desde la infancia: el éxito (escolar/académico y económico, sobre todo) como un valor en sí, aprehendido como una necesidad : demostrarle al mundo que uno es especial, ligeramente superior, que ningún tipo de fracaso puede ni siquiera ser pensado, un tacito desdén hacia quienes no pueden o quieren serlo (o sea, casi todo el resto de la humanidad), un concepto aristo-exitocrático de la vida, una valoración moral del éxito, como si -ya ni siquiera digo: fracasar- como si no ser tan exitoso reflejara alguna falla, alguna carencia. Demostrar que uno es superior, y si es posible, la mejor: la mejor nota, el mejor concepto, la más querida por sus profesoras, los mejores y más puntuales exámenes, el mejor promedio, el mejor tema, el mejor posgrado, la mejor docente, e cosí vía.
 
Esa ponzoña, aún con la inmediata satisfacción que en algún momento pudo haber procurado, ha ensombrecido amistades y relaciones, momentos de calma y de goce.

25 de diciembre de 2012

Polpettone (o salsicciotto)


La foto no es muy feliz, parece un salamín dentro de un canasto, y así de arriba, se ve más bien como un bicho asado; pero no, es un delicioso polpettone, o con otro nombre, también muy gracioso, se lo puede encontrar, salsicciotto (que se lee salsichoto).
Tampoco saqué fotos cuando lo cortamos, anoche en la casa de mi hermana.
Pero copio aquí la receta porque realmente es muy, muy rico.

Mezclar muy bien:


1kg de carne picada,
2 huevos batidos
100g de queso rallado
miga de pan remojada en leche
ajo cebolla perejil albahaca sal  pimienta, nuez moscada

hasta que quede una pasta bien homogénea.
Sobre un repasador disponer a lo largo, de manera transversal, de a dos

200 gr de jamón crudo en fetas enteras, parejas, sin demasiada grasa

cuidando que en queden superpuestas en el centro.

Encima colocar una capa de la mezcla, luego,
Queso en tiritas (holanda, provolone, o alguna otra variedad más bien picante)
y
alguna verdura en tiritas: yo usé morrón; pero podrían haber sido cabezas de espárragos, o alcauciles, o berenjenas.  

Finalmente, con la ayuda del repasador se enrolla. El jamón queda en la parte exterior, como una capa externa. Al ser una preparación blanda, se puede modelar con las manos, para que quede la forma adecuada. Luego, ese rollo se coloca sobre una masa (como la de tarta salada) de forma rectangular, en el centro, y a cada lado se cortan tiritas, que se van cruzando por sobre el rollo. Todo al horno, como mínimo una hora y media.

14 de diciembre de 2012

Encarnizamiento pedagógico

¿Por qué una persona está tan convencida de que lo que enseña es TAN importante, tan formativo, tan imprescindible que en aras de esa idea se encarniza con sus alumnos si no hacen o dicen EXACTAMENTE lo que ellos consideran que tiene que ser? ¿Va a salir mejor "educado", va a aprender algo más, alguien a quien se ha obligado a repetir como un loro temas que no le interesan, que no entiende y no tiene ganas de entender, alguien a quien se ha llegado a maltratar, humillar, subestimar?

12 de diciembre de 2012

Basta.
No quiero enseñarle nada mas a nadie. No quiero mas.
¿Quién me ha inoculado ese veneno, de tener que enseñar, de tener que educar a otras personas?
Cómo explicar para que se entienda, cómo simplificar para que no espante, cómo volver a repetir lo mismo sin aburrirme, y sin que los demas se aburran, y con entusisasmo son cosas que siempre me han preocupado, me han desvelado, y han succionado en estos años lo mejor de mi tiempo y de mis energías.
¿Cuántas cosas que me gustaron, así a primera vista, para gozarlas de primera mano, fueron amainadas, apaciguadas domesticadas por la voluntad de enseñarlas, o de enseñar algo con ellas?
Tal vez el error esta en pensar en que uno puede enseñar algo: nadie aprende nada mas que lo que busca y que desea. Hay una profusión en el dar clase, que tiene mas que ver con la propia necesidad (infantil) de prodigarse, una maravillosa (y casi por completo infundada) confianza en la propia capacidad para influir sobre los otros.

(Estaba a punto de empezar a convertirme en la vieja profesora de frances de la propaganda de champan)

6 de diciembre de 2012

Nubes (y el paréntesis de Montale)





Pocas cosas me hacian sonar tanto, cuando era niña, nubes como estas: tierras lejanas que parecían iluminadas, incluso, por otros soles; otras ciudades, otros campos , otros mares por detrás o entre esas remotas y fascinantes montañas, un colorido e inaccesible mundo que parecía estar ahi en el horizonte.

Pensé que nadie mas que yo imaginaba cosas así.
pero ahora, cuando veo nubes como estas, recuerdo un poco sí, de aquellas antiguas imágenes, pero más presentes y pregnantes me viene a la mente este paréntesis de Montale, en el poema Corno inglese:

(Nuvole in viaggio, chiari
reami di lassú, d'alti Eldoradi
malchiuse porte)

(Nubes en viaje, claros

reinos de allá arriba; de altos Eldorados,
puertas entreabiertas)
Ayer salí a caminar, después de mucho tiempo de corridas o de sedentarismo forzado. Y tardé un largo rato en verlas, y recordar todo esto.