Hoy Omar silbaba enfaticamente la melodía de Giovinezza, la canción emblema del fascismo italiano entre 1924 y 1943. Yo la tengo pegada en el oido por la cantidad de años que dí historia del siglo XX en Italia. No podía concentrarme, pensando en qué itinerario tan tortuoso había hecho esa música. Le
pregunto qué es, y me la canta con esta lletra: "Cristo rompe las
cadenas y me da seguridad", una canción de la iglesia Evangélica. Esto me comenta Julián: las melodías son como nido de hornero, siempre habrá otra letra que irá a habitarlas.
Algo parecido le pasó a lo que publique en facebook: más de 25 personas pusieron "me gusta", pero sin duda cada uno pobló esas frases con un sentido diferente.
31 de marzo de 2014
30 de marzo de 2014
El golpeteo de la puerta agitada por la tormenta del amanecer
El dolor de cabeza que derrite demasiado pronto mis neuronas
El eco del silencio de una mujer que padece a un padre avasallante
Pancitos con queso cremoso, te con leche, romero para aromatizar el pollo
Una conversacion nocturna
Mi cabeza retumba todavía
El dolor de cabeza que derrite demasiado pronto mis neuronas
El eco del silencio de una mujer que padece a un padre avasallante
Pancitos con queso cremoso, te con leche, romero para aromatizar el pollo
Una conversacion nocturna
Mi cabeza retumba todavía
Parva leves capiunt animos
Pequeñeces: un gesto, una palabra, una mirada.
Un espíritu (¿un carácter? ¿una sensibilidad?) sutil, ligero.
4 de marzo de 2014
3 de marzo de 2014
Historias desencajadas
Mi abuelo Camilo había estado en la 1° guerra.
Su mujer, Emma, había "pasado la guerra".
El mito ad usum filii:
De ella: la cocina austera, el ahorro y a la vez, la compulsion a acumular comida "por las dudas", y no tirar nada, nada, nada.
De él: un largo viaje muy lejos de su casa, largas marchas a pie, años como prisionero en Rusia, un viaje alrededor del mundo, ahorro, silencio, comerse hasta el último bocado servido en el plato, ni demasiada alegría ni demasiada tristeza por nada. De la guerra, ni fotos con uniforme, ni documentos, ni papeles (salvo una libretita con dos páginas de notas fechadas en 1917 donde escribe que lo unico que espera es poder partir para volver a su casa). Cuando yo -adolescente- le preguntaba, me contaba solo anécdotas individuales, referidas estrictamente a su propia vivencia personal, sin hacer referencia en su relato a procesos más amplios, ni a explicaciones generales o especulaciones sobre las causas de lo que le había tocado vivir. No hizo jamás ninguna referencia a la vida militar, ni a las armas, ni a batallas, ni a jefes, ni a compañeros, ni a muertos en el frente. Sólo lo escuché decir una vez: "ninguna tierra vale la vida de un hombre". Para mí (y él no aportaba nada para que no tenga esa impresión) el de él había sido un largo viaje, una aventura (más bien penosa, debido a la comida escasa, y al frío, pero cuya razón era simplemente que el mar del norte se había congelado y no había otro camino para volver a Italia) alrededor del mundo recorriendo una serie de ciudades y puertos de nombres exóticos.
Algo así eran los recuerdos de "la guerra" que circulaban en familia.
Esa guerra (así, sin determinativos de ninguna indole, y de la que no se mencionaba nunca ni quienes peleaban, ni quien ganó o perdió) no tenía nada que ver con "la guerra" que empecé a leer en los manuales escolares, y menos todavía, la que "aprendí" cuando empecé a estudiar italiano, o en el coro de la Sociedad Italiana: no tenía nada que ver con la guerra de las canciones de los "alpinos", ni con los monumentos de la ciudad de Trento que se veian en el libro que se trajo el tío Abramo de su último viaje en el año '75, ni con la guerra de los poemas de Ungaretti en la alta montaña: la 1° guerra que estudié en el curso de historia italiana en la Dante, y también en la universidad (al cursar Historia del Mundo Actual) era esta "cuarta guerra de independencia", conclusión del proceso de unificación territorial iniciado en el Risorgimento, y factor decisivo de consolidación del estado italiano en el conjunto de los países europeos "modernos".
Había algo que no encajaba. La guerra en la que había estado Camilo no parecía ser la misma: la de él parecía ser una guerra sin "epica", sin "relato", sin heroes ni mártires, y la travesía de miles de hombres -que empezaban como soldados austríacos, seguían como prisioneros-desertores con los rusos, y se volvían italianos en un cierto punto del trayecto antes de emprender el viaje por la Siberia con el Transiberiano hasta el extremo confín de Asia, y por el Atlantico- durante cuatro años, un episodio ignoto, como si hubiera ocurrido en "otra guerra". Como la cara oculta de la luna.
(reflexiono esto mientras leo una entrevista al historiador Quinto Antonelli, "Una guerra buona per tutti gli usi", “Ricordare la Grande Guerra. Riflessioni all’alba del centenario” )
Etiquetas:
Camilo Ferrari prisionero trentino en Rusia,
Polibiana
2 de marzo de 2014
Velut luna
No quedará más que refugiarse
en el silencio
porque ya se sabecómo ese momento
un oleaje frenético
de voces
una palabra
y después...
el tiempo no existe, pareciera;
reencontrarse, por ejemplo, con alguien a quien nunca se ha visto antes
una noche de verano
en el límite (como confín, no censura)
intangible
que se ilumina de pronto
que se ilumina de pronto
al rozarlo apenas
Así
en la oscuridad de la noche,
la luna
ignara de cualquier deseo
solo ese poco de luz
que es todo
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