Nieva. Todo se cubre de una densa oscuridad. No brillan las estrellas como en otros tiempos, cuando podía verlas, sobre mí, recostada, a través de la límpida ventana de la mansarda. No hay viento, pero sí una inquietud sorda. Se presiente -ya se sabe - que cuando amanezca nada va a ser como antes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario