2 de septiembre de 2010

Olor a quemado


No sabía si ponerme a llorar, si lanzar una sarta de improperios irreproducibles o esperar pacientemente a que el jarro se termine de derretir del todo.

Supongo que cosas así le pasarán también a poetas laureados, a eruditos filológos, o a artistas contemporaneos.

(Uno no sabe qué argumento inventar para consolarse)


 


6 comentarios:

Nicolás Testoni dijo...

¿Vos decís que eso que hirvió en el jarro olvidado no era chocolate ni café, sino leche? Igual no importa. Allá vamos a sanar tu orgullo de cocinera Pulloil, Virulana y yo.

Ana Miravalles dijo...

sos capaz de todo, vos. ya veo que queda mas reluciente que antes...

Natalia Martirena dijo...

improperios irreproducibles,,,, estás hablando igual que Pedro Cavallero!!!!! me gusta como nos mezclamos y no es una fachada, se te mete sin control.

Ana Miravalles dijo...

ja, ja, esta bueno que pasen esas cosas...

Eva dijo...

Yo no soy ni poeta laureada ni erudita filóloga ni artista contemporánea, pero si te sirve de consuelo, ya quemé dos ollas y una pava por colgada. Y conozco un poeta laureado que hace mucho tiempo (cuando todavía no tenía los laureles) prendió el horno con un montón de bandejas de plástico adentro, la que lanzó una serie de improperios fue su señora esposa...

Ana Miravalles dijo...

mmm... y debe hacer bastante mal aspirar plástico quemado (o no)!