30 de diciembre de 2012

Cara de piedra en la calle Moreno (y algunas reflexiones socráticometodólogicas sobre la cuestión)



A pocos metros de mi casa, en calle Moreno al 500.
Debe tener por lo menos cien años.
Me tendría que conseguir una camioneta, una escalera hidráulica como las de los bomberos para poder mirarlas de frente.
Aunque, en realidad, si las pusieron a esa altura es para que las miremos así, desde abajo.

Es curioso: por más que quiero sigo sin saber nada sobre ellas.
No tengo por ahora la posibilidad concreta -por razones laborales- de investigar a fondo como debería el tema (ir a catastro a ver los nombres de los primeros dueños, comitentes, contratos, etc; ir al diario, revistas y publicaciones locales; revisar cuidadosamente otras investigaciones que se hayan hecho sobre estos temas, etc).

Tengo los nombres de un par de escultores, pero estas caritas que estoy catalogando fueron hechas seguramente, por lo menos veinte o treinta años antes. Sabemos también que hacia 1910 quienes decoraban sus fachadas quedaban eximidos de pagar impustos, justamente porque según parece el aspecto de la ciudad en esos años era bastante desagradable.

Apenas puedo especular sobre el uso de moldes, materiales (¿yeso? ¿estuco? ¿cartón piedra?) y técnicas de montaje y acabado utilizados acá, y las posibles "interpretaciones" que pienso siguen siendo deducciones a partir de generalizaciones referidas a otras ciudades, otros países, incluso otras épocas, o aventuradas conexiones entre las cosas que sabemos sobre fines de siglo XIX (crecimiento económico vertiginoso, inmigrantes -y en seguida se piensa en italianos-, el gusto por la ostentación de una pequeñísima burguesía que logra hacer bellas sus casas solo por fuera), y esta serie de fotos.

Y quien conozca el centro de la ciudad de Bahia Blanca y  mire mis fotografías advertirá que en esta serie no están las caras ni las esculturas ni los atlantes más conspicuos: ni los de la Municipalidad, ni los del Banco Provincia (viejo), ni los del Banco Nación, ni los de La Nueva Provincia, ni los de la Escuela 2 ni los de la Biblioteca Rivadavia. Son (salvo los de la municipalidad) mucho más recientes, son edificios que se daba por descontado que habrían de contar con una ornamentación abundante, edificios de instituciones poderosas que manifiestan su poder con esas figuras ciclópeas. Presupongo (pero insisto, es solo una suposición) que esas obras deben haber sido hechas fuera de la ciudad, incluso fuera del país.
Tampoco -por ahora, al menos- se me ha dado por sacar fotos en el cementerio. De estas esculturas hay abundancia, también. Pero no.

A mí me interesan las caritas que están en las fachadas de casas particulares, modestas dentro de su pretensiosidad; y no sé si me interesan porque pueden llegar a parecer "bellas" (en esos años -fines siglo XIX-ppios XX era una moda sacar fotos o hacer mascarillas mortuorias -pero ignoro si acá en Bahia Blanca eso se hacía); me parece que no son tanto lo sueños o las fantasías ornamentales de las instituciones lo que me llama la atención, sino más bien el afán -pero siempre limitado- de suntuosidad de la petit bourgeoisie local, y la habilidad de quienes hacían esas caritas -adocenadas, acá, y sus talleres, y sus casas que probablmente eran casas chorizo, o de esas que se hacian (pieza-cocina-baño).

Esto que escribí antes es todo lo que sé sobre esta cuestión (que es bien poco, en verdad).Seguiremos buscando.
Aunque eso lleve un largo tiempo.
Soy constante, y no tengo apuro.

29 de diciembre de 2012

Felicidades

" .... las reflexiones de Bertrand Russell sobre “la conquista de la felicidad”. Tal como lo sugiere el nombre del ensayo, la felicidad es ubicada no en el número de la lotería que quizá salga pero probablemente no, sino en un lugar interno o externo, pero conquistable. Russell escribió ese ensayo para un tipo de lector un poco abstracto, con sus necesidades básicas satisfechas y sin grandes problemas personales. Para gente que al menos podría estar disfrutando de la felicidad de no tener grandes problemas personales y, sin embargo, es infeliz. Hemos construido un tipo de sociedades en las que las personas no cultivan lo que las hace felices, porque lo que predomina en ellas es una tendencia voraz hacia el aburrimiento. “Hoy nos aburrimos mucho menos que nuestros antepasados, pero tenemos mucho más miedo de aburrirnos.” El tedio amenaza en las sombras con su tipo especialísimo de inseguridad; del tedio nacen muchas desgracias. La felicidad es, por el contrario, la forma perfecta del entretenimiento. Lo escribió Pessoa: “Sentir es estar distraído”.

...
El método que encontró Russell a lo largo de su vida fue el darse cada vez menos importancia, y lo explicó contando cómo superó su juvenil y atenazante miedo de hablar en público. Comenzó a advertir que cuando hablaba muy bien y cuando hablaba muy mal, los resultados no diferían demasiado. Descubrió que era él su testigo y su juez más despiadado. Cuando dejó de estar pendiente de él mismo, se distrajo.

...
Así, la felicidad asoma como el resultado de un entretenimiento natural, social, de unos con otros, y en el plano lógico de Russell, como el fruto de un corrimiento necesario: el del ego. 'El ego de una persona es una parte insignificante del mundo. El hombre capaz de centrar sus pensamientos y esperanzas en algo que lo trascienda puede encontrar cierta paz en los problemas normales de la vida, algo que le resulta imposible al egoísta puro.'"

El artículo completo de Sandra Russo publicado en Página 12, acá




28 de diciembre de 2012

Exitos

“El éxito es aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse”. Winston Churchill 


Basta de pedagogía y basta de exitismo, también.
Otro veneno inoculado minuciosamente desde la infancia: el éxito (escolar/académico y económico, sobre todo) como un valor en sí, aprehendido como una necesidad : demostrarle al mundo que uno es especial, ligeramente superior, que ningún tipo de fracaso puede ni siquiera ser pensado, un tacito desdén hacia quienes no pueden o quieren serlo (o sea, casi todo el resto de la humanidad), un concepto aristo-exitocrático de la vida, una valoración moral del éxito, como si -ya ni siquiera digo: fracasar- como si no ser tan exitoso reflejara alguna falla, alguna carencia. Demostrar que uno es superior, y si es posible, la mejor: la mejor nota, el mejor concepto, la más querida por sus profesoras, los mejores y más puntuales exámenes, el mejor promedio, el mejor tema, el mejor posgrado, la mejor docente, e cosí vía.
 
Esa ponzoña, aún con la inmediata satisfacción que en algún momento pudo haber procurado, ha ensombrecido amistades y relaciones, momentos de calma y de goce.

25 de diciembre de 2012

Polpettone (o salsicciotto)


La foto no es muy feliz, parece un salamín dentro de un canasto, y así de arriba, se ve más bien como un bicho asado; pero no, es un delicioso polpettone, o con otro nombre, también muy gracioso, se lo puede encontrar, salsicciotto (que se lee salsichoto).
Tampoco saqué fotos cuando lo cortamos, anoche en la casa de mi hermana.
Pero copio aquí la receta porque realmente es muy, muy rico.

Mezclar muy bien:


1kg de carne picada,
2 huevos batidos
100g de queso rallado
miga de pan remojada en leche
ajo cebolla perejil albahaca sal  pimienta, nuez moscada

hasta que quede una pasta bien homogénea.
Sobre un repasador disponer a lo largo, de manera transversal, de a dos

200 gr de jamón crudo en fetas enteras, parejas, sin demasiada grasa

cuidando que en queden superpuestas en el centro.

Encima colocar una capa de la mezcla, luego,
Queso en tiritas (holanda, provolone, o alguna otra variedad más bien picante)
y
alguna verdura en tiritas: yo usé morrón; pero podrían haber sido cabezas de espárragos, o alcauciles, o berenjenas.  

Finalmente, con la ayuda del repasador se enrolla. El jamón queda en la parte exterior, como una capa externa. Al ser una preparación blanda, se puede modelar con las manos, para que quede la forma adecuada. Luego, ese rollo se coloca sobre una masa (como la de tarta salada) de forma rectangular, en el centro, y a cada lado se cortan tiritas, que se van cruzando por sobre el rollo. Todo al horno, como mínimo una hora y media.

14 de diciembre de 2012

Encarnizamiento pedagógico

¿Por qué una persona está tan convencida de que lo que enseña es TAN importante, tan formativo, tan imprescindible que en aras de esa idea se encarniza con sus alumnos si no hacen o dicen EXACTAMENTE lo que ellos consideran que tiene que ser? ¿Va a salir mejor "educado", va a aprender algo más, alguien a quien se ha obligado a repetir como un loro temas que no le interesan, que no entiende y no tiene ganas de entender, alguien a quien se ha llegado a maltratar, humillar, subestimar?

12 de diciembre de 2012

Basta.
No quiero enseñarle nada mas a nadie. No quiero mas.
¿Quién me ha inoculado ese veneno, de tener que enseñar, de tener que educar a otras personas?
Cómo explicar para que se entienda, cómo simplificar para que no espante, cómo volver a repetir lo mismo sin aburrirme, y sin que los demas se aburran, y con entusisasmo son cosas que siempre me han preocupado, me han desvelado, y han succionado en estos años lo mejor de mi tiempo y de mis energías.
¿Cuántas cosas que me gustaron, así a primera vista, para gozarlas de primera mano, fueron amainadas, apaciguadas domesticadas por la voluntad de enseñarlas, o de enseñar algo con ellas?
Tal vez el error esta en pensar en que uno puede enseñar algo: nadie aprende nada mas que lo que busca y que desea. Hay una profusión en el dar clase, que tiene mas que ver con la propia necesidad (infantil) de prodigarse, una maravillosa (y casi por completo infundada) confianza en la propia capacidad para influir sobre los otros.

(Estaba a punto de empezar a convertirme en la vieja profesora de frances de la propaganda de champan)

6 de diciembre de 2012

Nubes (y el paréntesis de Montale)





Pocas cosas me hacian sonar tanto, cuando era niña, nubes como estas: tierras lejanas que parecían iluminadas, incluso, por otros soles; otras ciudades, otros campos , otros mares por detrás o entre esas remotas y fascinantes montañas, un colorido e inaccesible mundo que parecía estar ahi en el horizonte.

Pensé que nadie mas que yo imaginaba cosas así.
pero ahora, cuando veo nubes como estas, recuerdo un poco sí, de aquellas antiguas imágenes, pero más presentes y pregnantes me viene a la mente este paréntesis de Montale, en el poema Corno inglese:

(Nuvole in viaggio, chiari
reami di lassú, d'alti Eldoradi
malchiuse porte)

(Nubes en viaje, claros

reinos de allá arriba; de altos Eldorados,
puertas entreabiertas)
Ayer salí a caminar, después de mucho tiempo de corridas o de sedentarismo forzado. Y tardé un largo rato en verlas, y recordar todo esto.

30 de noviembre de 2012

Polibiana


He hecho en estos ultimos años una cantidad descomunal de entrevistas: a mujeres italianas, a trabajadores  ferroviarios y portuarios, a inmigrantes y a hijos de inmigrantes. El que esté leyendo esto probablemente haya visto algo de este trabajo en Museo Taller, en Trentinos en Bahía Blanca y en Italianos en Bahía Blanca.

La utilización de entrevistas orales para escribir historia ha llevado a la proliferación, en estos ultimos tiempos de muchas investigaciones académicas.  Algunas por supuesto son muy buenas.
Sin embargo creo que hay algo que no se está entendiendo bien, y se está haciendo un "mal" uso de las entrevistas. No me estoy refiriendo a un mal uso de la "experiencia", la vivencia, lo singular del recuerdo que una entrevista proporciona y que ninguna otra fuente puede dar. El testigo presencial, el que estuvo ahi, el que vio, vivió, recuerda y reelabora para poder contar es indiscutiblemente un referente ineludible cuando uno hace historia reciente. (Autoptés)
El problema está en que, mirando algunos de aquellos trabajos académicos o respaldados por la academia, encuentro que los datos proporcionados por la débil memoria de un anciano son tomados así, de primera mano, y afirmados como verdad, sin haber hecho el trabajo básico, elemental, que es ir y contrastarlos con lo que muestran fuentes de información que no corren el riesgo de olvidar o confundir: o sea, diarios, actas, fotos, informes para corroborar o ajustar fechas, nombres, causas. Daría la impresión de que algunos olvidan lo básico.

¿Lo básico? un señor le cuenta a un historiador profesional una huelga en la que le paso "tal y tal cosa". Ese "tal y tal cosa", ponele que sí (si es que no lo contó ya muchas veces; porque si fue así, el entrevistado ya tiene un relato modelado al ritmo de las expresiones de interés y asombro de los entevistadores anteriores, incluso inducido por relato o las expectativas con el que esos entrevistadores hayan iniciado la conversación). Pero la fecha de la huelga, las causas mas generales de la huelga, eso, hay que contrastarlo con otras fuentes. Si lo hubiera hecho, ese historiador profesional se habría enterado de que en esa entrevista se está hablando de dos huelgas, sucedidas con tres años de distancia la una de la otra. (y esa confusion le ocurre a muchisimos de los que participaron de esas dos huelgas).

¿Lo básico?: un historiador va hacer la historia de una institución barrial formada ochenta años atras; y menciona en el cuerpo mismo del texto de historia, nombres, cargos, fechas. Yo leo eso, y enseguida me pregunto: ¿de dónde salieron esos datos? Revuelvo cielo y tierra, doy con un texto que transcribe el acta de formación de esa institucion, los nombres y los cargos de sus miembros; y hete aquí que no coinciden, coincide poco, coincide algun nombre, coincide el nombre de una persona conocida,cuyo nombre siguió sonando en el barrio, coincide evidentmente con lo que alguien recuerda y contó en una entrevista, lo que alguien recuerda que le contaron - porque ninguna persona viva pudo haber estado en la conformación de esa sociedad ochenta años atras-. No solamente inexactos: tampoco aquellos nombres, cargos o fechas que estan en el cuerpo mismo del texto se hace referencia a la proveniencia de la información. Me podrán decir: bueno, en un libro sobre una institucion barrial y que se supone que es de "divulgación" no vas a poner notas al pie. Ponele que no. Pero el trabajo hay que hacerlo bien igual, siempre, y con más razón, incluso, para que el texto sea fiable, si el que lo hace es un  historiador, profesional (en este sentido, profesional, no en el de los títulos o cargos universitarios). Hasta un periodista sabe que hay que hacer eso.

¿lo básico? no dejarse llevar tan facilmente por la idea corriente de que el uso de entrevistas y el rastreo de datos en fuentes escritas son recursos o métodos antagónicos.


No sé por qué me preocupo tanto.
No sé si hay alguien mas a quien estas cosas le preocupen.
Los que yo creo que se tendrian que preocupar, están muy ocupados y apurados en otras cosas.
Las modas académicas (como esta cosa llamada "historia oral", por ejemplo), las disquisiciones teóricas formuladas en el aire y no como resultado de un trabajo de campo específico y concreto, y finalmente la urgencia por cumplir plazos administrativos (eso de entregar antes de tal fecha el resumen de un trabajo que, la mayor parte de las veces, aún no existe) pueden llegar a comerse la pasión y la seriedad que un trabajo como este requiere.







20 de noviembre de 2012

Dejalo en paz, dejalo ir.
¿por qué no lo soltás?

¿creés que lo estás protegiendo?
¿crees que así, en cierto modo,
sigue viviendo,
confortablemente oculto,
resguardado
bajo ese sol lejano
que lo conserva, aún,
resplandeciente?
¿no sabés acaso
que las lágrimas
son regalos
inútiles, que él ya
no te necesita?









18 de noviembre de 2012

Una tarde de actividad febril:

- poda de algunas hojas y ramas de la hiedra, mientras Nina prueba sus patines nuevos en el patio. Reprimir la tentacion de sacar la escalera y ponerme a podar todos los 2,5 metros de pared y extension con mi pequeña y noble tijera de podar de hierro.

- una densa entrada en el blog de los trentinos despues de haber terminado de desgrabar una entrevista de 1h 57'. Podría haber preparado ya la continuacion (la historia de la hija del hombre sobre el que escribi hoy), de hecho ya tengo el borrador medio planteado.

- una pagina para subir todas las traducciones  del italiano o del latín de letras de obras, ordenadas por titulo y autor, en idioma original y traduccion (la mayor parte ya estaban hechas, otras que no encontré a mano, al final me resulto mas rapido volver a hacerlas). Reprimir con rigor la insistente tentación de completar cada obra con video/audio e imagenes de pinturas u obras de arte.

- milanesas de carne y de zapallitos. Queda la mitad para el almuerzo de mañana.

Tendría que salir a caminar ahora, la noche es bella.

15 de noviembre de 2012

Saveria


Una mujer -italiana- lava la ropa a mano, los sábados, y canta: Un bel di vedremo, levarsi un fil di fumo, sull'estremo confin del mare... feliz como si estuviera en un gran teatro.

Podría haber sido cantante, podría haber sido famosa. Sabía esa y tantas otras arias, y las cantaba muy bien, según me han contado.

Aquel día cuando daba yo mi conferencia en la Dante y la evocaba -aun sin conocerla- a esta mujer, la  tendría que haberla tarareado yo, un bel di vedremo, suave, como en voz baja, sin tanto despliegue de atril, partitura ni la prepotente voz de soprano de esa cantante hija de aristocratas salteños y militares castizos.

"Claro, - me dijo Sandra el otro día - que una mujer, inmigrante mientras lava la ropa, cante un bel dì vedremo es algo que solamente los que sabemos -y hemos vivido a través de nuestras familias - cómo era esa Italia de los años 50, podemos entender. Una cuestión de experiencia vital de la chica que cantó: tal vez no es que no haya cantado bien, pero no pudo empatizar con la vivencia de la que vos hablabas."

13 de noviembre de 2012


Como un ritual, cada año, cuando llega el momento que marca el programa, volvemos a tomar el libro o la fotocopia -aunque bien podríamos hacer a menos y decirlos de memoria -, y leemos, y copiamos, y hacemos decir y repetir, entre muchos otros (como Dante, que escribe los nombres de las cien mujeres más hermosas de Firenze solo para permitirse decir, entre ellos, el nombre de Beatrice), algunos poemas.

2 de noviembre de 2012

Rosa

Pienso en esa chica que me contaron ayer, su padre se vino cuando ella tan chiquita que ni se acordaba qué cara tenía, su madre murió cuando era adolescente, apenas terminada la guerra, su hermana, casada con un nene; y el cuñado también se vino a vivir con su suegro, y quedaron allá las dos hermanas solas; y llegó dinero para que se venga la hermana con el nene pero al final viajó ella, porque -a mí -, decía la hermana, - me lo mandan seguro después, no me van a dejar sola acá con el nene-; y cuando llegó, el padre se emborrachaba y el cuñado también, y ella esperaba ansiosamente que algún día llegue su hermana, pero a la hermana nunca la mandaron a buscar y el cuñado un día se fue de la casa y desapareció y nunca más se supo de él; y el padre, solo, tomaba y le pegaba, y ella para evadirse leía novelas y revistas, y un día se escapó y fue a lo del vecino, que era compañero de trabajo de su padre, recientemente viudo y padre de nueve niños, así que el vecino la recibió en su casa - cuidame los chicos que yo te cuido-, y se casaron para no tener problemas por la casa que ocupaban; y cuatro años después tuvo una hija, en 1936, que nació por cesárea, ¡en esa época!; dos meses internada en el Policlínico estuvo, y aunque estuvo re mal, se salvó, y se salvó la hija, también; y siguió buscando por años a su cuñado para que haga venir a su hermana...

Ayer mientras mirábamos con su hija una caja de fotos, encontramos esta:

En el reverso dice:


Ricordandoti sempre, ricevi un cordiale saluto dal tuo lontano amico, Guido.



.

1 de noviembre de 2012

Escribir una novela es algo que siempre tuve en mente; el argumento, el tono, el punto de vista, la estructura, la primera frase son cosas sobre las que muchas veces me he puesto a pensar concienzudament; y cada una de esas veces he gozado -sí, ya solamente con eso- de un inmenso placer, prefiguración del placer concreto y real - supongo- que supondría la escritura de esa novela en sí. Habiendo devorado ya toneladas de novelas y recordando haber sido -sobre todo en otras épocas- una gran fabuladora, he pensado  con frecuencia que bien podría haberme abocado yo también al minucioso trabajo de escribir una.

Por qué hasta ahora no lo hice, es algo que recién hoy siento ganas de pensar. Podría pensar que en estos años, ordenando un archivo y tratando de armar la historia de un taller ferroviario,  me he vuelto una - como me acaban de calificar esta mañana - empirista. (Nada de guitarreos, por favor, nada de deducciones a partir de premisas generales, nada de generalizaciones aventuradas a partir de uno o dos indicios, terror pánico a versiones de la historia creíblesm verosímiles y perfectamente falsas). Y sin embargo -pienso ahora, que estoy en pleno proceso de escritura - yo también de algún modo, "fabulo".

Ya sé que hay toneladas de libros sobre esto. He leído atentamente varios de ellos.
Pero no me preocupa esta mañana cuánta fábula hay en la historia que estoy escribiendo; sino cuánta historia (en el sentido de hechos sucedidos, personajes reales, lugares, circunstancias no ficcionales) necesitaría para mi futura novela.


30 de octubre de 2012

Hay días como hoy, que es necesario descascararse un poco.

28 de octubre de 2012



No pense que me iba a producir una fascinación así el ver, casi de repente, mi morena cabellera llenarse de canas. Al principio, cuando era una cada tanto a las perdidas, me la arrancaba.
Pero ahora veo que son cada vez más, y más largas, y más plateadas, y me encuentro pensando que son bellas, así, brillantes con un brillo que mi pelo castaño ya no tiene.
Deberían causarme horror, debería ir corriendo a lo de Teresa a teñírmelas de oscuro, debería borrar esto que estoy escribiendo, inmediatamente, para que nadie sepa que ya tengo canas.
Pero no.
Mauro a sus 40 años no tenía ninguna, y sin embargo, cuando ya no quedaba otra quimioterapia más que hacerle, su pelo volvió crecer después de varios meses, y entrecano, como si un ciclo hubiera tenido que cerrarse en su cuerpo, aunque sea así, por pocos días, antes de morir.
Las (no tan abundantes todavía) canas mías son largas ahora.
Probablmente algún día de estos las cubra pudorosamente con tintura espesa, sabiendo que igual van a estar porque,  -como ya voy viendo que sucede-, junto al cabello ya teñido nacen, como de cero, cabellos blancos nuevos.












Tan obediente, que iba a bailar todos los sabados a la noche.

Me lo recordó mi hermana anoche:
- Ana, si a vos no te gustaba ir bailar.











22 de octubre de 2012

En color lila


Cara lila, en Ing. Luiggi 155

17 de octubre de 2012

Prospectus

In the Library, St. James’ Square, Bristol (c. 1805-1806). Atribuido a Thomas Pole (1753-1829)

No solamente a esto pienso dedicarme el año que viene.
(Nina, la pastalinda,la bicicleta, para empezar a hablar).

Pero apenas ví esto ayer, en el blog de Florizelle, sentí un deseo -intenso- de ser ella -la chica del cuadro-, de nuevo, aunque sea por un rato.


16 de octubre de 2012

No hay deudas entre padres e hijos.

14 de octubre de 2012

Convite con pate de foie y quesitos rellenos


Fue una cena superabundante, como suele suceder cuando nos reunimos con Silvina, Mariela, Belén, Agostina y todo ese grupete... cada una prepara comida como para alimentar a todas las demás. Esta fue la entrada. Despues hubo tarta de berenjenas y focaccia, y tiramisu, de postre.
Por mi parte, preparé - además de la focaccia- este plato de bolitas de queso multiformes (falta todavía perfeccionar algunos aspectos técnicos y estéticos de la cuestión).
Una cierta melancolía me sobrevolaba esta tarde. Tomatitos cherry, uvas, albahaca para conjurarla.


30 de septiembre de 2012

D'Annunzio - Anochecer en Fiesole

Frescas mis palabras en la noche

sean para ti como el murmullo que hacen las hojas

del jazmín en la mano de quien lo toma

silencioso y se detiene lentamente

en la escalera que se oscurece

contra el tallo plateado

con sus despojadas ramas

mientras la luna se aproxima a los umbrales

cerúleos y pareciera que ante sí extiende un velo

en el que nuestro sueño reposa

y pareciera que la campiña ya se siente

por ella inmersa en el nocturno hielo

y que de ella bebe la esperada paz

aún sin verla.


Alabada seas por tu rostro de perla,

Oh noche, y por tus grandes húmedos ojos

Donde se acalla el agua del cielo.

...

Yo te diré hacia qué reinos

de amor nos llama el río cuyas fuentes

eternas, a la sombra de antiguas ramas,

hablan en el sagrado misterio de los montes;

y te diré por cuál secreto

las colinas sobre el límpido horizonte

se curvan como labios por una prohibición cerrados,

y por qué la voluntad de hablar

los vuelve, bellos

mas allá de cualquier deseo humano

y, en su silencio,

un mayor consuelo, y así el alma,

cada noche los puede amar

con un amor más fuerte.


Alabada seas por tu pura muerte,

Oh noche, y por la espera que en ti hace palpitar

la primera estrella.

15 de septiembre de 2012

Justo frente a mi ventana


Fui a abrir la ventana, hace un rato, y esto es lo que vi en el árbol que está frente a mi dormitorio.


6 de septiembre de 2012

Astragalos

Alexandros Athenaios, Giocatrici di astragali, I a.C. Museo Archeologico Nazionale, Napoli


Capricho

Basta sólo
tomar aquello
que el deseo ha envuelto
con precipitado ademán,
y lanzarlo de nuevo
por el aire,
despedazándolo,
infinitamente,
en sutil lluvia de arena
y sacarselo luego
de encima,
con ligero fastidio.

21 de agosto de 2012

Violetero


Un violetero de cristal es, sin ninguna duda, uno de los regalos más preciados que uno pueda pensar. Puede llegar a perderse en lo profundo de algún mueble lleno de jarras, servicios de té y magnificos floreros para flores de tallo largo. Sin embargo, se vuelve indispensable durante unos días, hacia el final del invierno, cuando las violetas florecen, radiantes.

Si uno está a las corridas, no se acuerda en qué día vive, o no presta atención puede llegar a pasar por sobre ellas sin verlas, casi invisibles en su pequeñez en el denso colchón de hojas verde oscuro que rodea a otras plantas de gran porte como el jazminero, el potus o la glicina. (Acá en mi casa, no tuvieron tanta suerte: acabo de descubrir hoy que, ahogadas por la enorme mata de los malvones-pensamiento, no queda ninguna).

Un perfume potente, sin embargo, las protege.

28 de julio de 2012

Canasto




El paisaje de todos los días, extrañado:
la luz del sol de una tarde sin sombras, sin nubes en Bahía Blanca, tal vez a fines de la década del 20;
la doble mano en calle Alsina, y la circulación por la izquierda en la calle; árboles, en esa vereda, y recién podados. La gente en grupos, conversando. Imaginar por un momento "Qué hubiera pasado si...?
El hombre que camina por la esquina de la plaza con gorro y un canasto en la mano.

(este es el verdadero puncutm de la foto)

22 de julio de 2012

Interdicción III

No solamente se murió la casa de mis padres el día que terminamos de abrir y ordenar el galpón hasta sus últimos rincones. También empezaron a morirse quienes, entre medio de sus vestidos, sus zapatos, sus baúles y sus papeles, estaban de algún modo aún vivos ahi, desde hacía 45, 26, 21 años, en esos sectores del galpón en los que no se nos permitía revolver nada.

Recién ahora me di cuenta de esas presencias, aunque muchos indicios me las anunciaban: yo notaba una pertinaz reticencia a hablar de ellos, y menos aún, a revisar o volver a utilizar sus cosas; una negativa a modelar de ellos una imagen póstuma para poder incorporarlos transitivamente a nuestros recuerdos; y la imposibilidad de saldar, aún habiendo pasado tanto tiempo, las cuentas que habían quedado pendientes con cada uno de ellos para poder seguir viviendo.

No una sino varias veces sueño un sueño: voy caminando por una calle hacia el norte de la ciudad (¿Caronti, 11 de abril, Rodriguez, Sarmiento?) y en un determinado momento me encuentro en una casa, antigua, la atravieso muy rápidamente, y recorro luego un largo patio con paredes recubiertas de enredaderas y parrales que forman una larga y fresca pérgola atravesada por tibios y dulces rayos de sol. Hay que bordear por un caminito angosto una habitación vidriada y luego otro patio, parecido al anterior con plantas de hojas largas y macetas colgando, y en un rincón sola, en un sillón metálico con almohadones, una viejita sentada, que parece estar tejiendo o bordando, no me ve, no dice nada, yo me doy cuenta que es mi abuela (a pesar de que no la conocí ya que ella murió 15 días de que yo naciera), y me digo a mí misma: "¿por qué nadie me dijo que ella estaba acá todavía?" Y me quedo junto a ella, con la sensación de haber encontrado algo que nunca debería haber perdido.

Hasta que se produjo esta versión, que fue la mas clara, también soñé esto varias veces: voy caminando por la calle Soler al mediodía, y después de mucho andar -siento la fatiga de la caminata en mi sueño- llego hasta la puerta de la casa de mi abuelo, toco el timbre y sale alguien que me dice -tal como yo siento que sé, que él ya no está; pero que siga, que siga. Soler se prolonga como una larga calle en un terreno que va en pendiente, atiborrada de construcciones blancas, cada vez más berretas. Una puerta se abre a mi paso y entro; y me encuentro en una especie de hospital con una larga pero angosta habitación única en la que las camas ocupan todos y hasta el último rincón disponible, y empiezo a caminar por entre las camas y voy mirando a las personas que están allí postradas, la habitación pareciera tener un piso irregular como el de la calle por la que venía, y en el hueco bajo una escalera veo en una cama, recostado, a mi abuelo, con su camiseta blanca, sus calzoncillos largos, y sus lentes con marco de carey; y con él sí hablo, le pregunto, "¿cómo todavía estas acá?". "Estoy cómodo", me contesta; "en cuanto pueda vuelvo a visitarte y a hacerte compañía, abuelo".

¿Tendrán algo que ver estos sueños con una sorda percepción de algo que tal vez entiendo ahora, que no se quería dejar ir del todo a quienes ya se habían ido?


20 de julio de 2012

Interdicción I

Un sueño se cuela a veces entre mis recuerdos, con una nitidez tal que me lleva a dudar si verdaderamente no lo habré vivido.

El patio de la casa de mis padres se alarga, se alarga, y se abre la puerta del galpón, y me sorprende que nadie me haya dicho qué hay ahí, y dentro del galpón, enormes habitaciones con amplias ventanas se suceden, sus puertas entreabiertas me permiten ver de costado, entrar y deambular ahí dentro, con esa felicidad que se siente cuando uno descubre un secreto, hasta que veo otra puerta y a ella voy fascinada, y me sumerjo en un espacio que se prolonga y crece a medida que lo recorro.

Otra variante: el patio de mis padres se alarga, y cuando voy hacia atrás del galpón encuentro un paredón bajo y detrás del paredón una casa en construcción, aunque en parte está ya casi lista, según parece, desde hace muchos años, una casa nueva que por un sendero de lajas no sólo se ha de comunicar sino que ha de formar parte de la casa [siempre se trata de la casa de mis padres], ocupa incluso todo un enorme terreno detrás del hospital, y siento un profundo asombro y una cierta desazón al darme cuenta de que "mi casa", la casa de mi infancia y mi adolescencia era mucho más grande y tenía muchas más habitaciones, y yo nunca había podido llegar a ellas, y ahora ya es demasiado tarde.

Una vez soñé también -pero esta era una variante retro- que la casa misma era la que ser prolongaba hacia atrás, con más y más espléndidas habitaciones, años treinta, con sillones, espejos, muebles, relojes, pisos de pinotea y mosaicos de colores, servicios de té de porcelana inglesa y cubiertos de plata, sí todo eso soñaba que era mi casa, en mi sueño sin embargo no me siento sola, sino sorprendida y perpleja porque no hay nadie ahí, ni mis padres, ni mi hermana y sólo siento presente todo el tiempo dos preguntas: "¿por qué nunca antes pude llegar hasta acá?, ahora, ¿puedo quedarme?"

Interdicción II

Un recuerdo se cuela a veces en mis sueños: el haber llegado a los cinco años a una casa nueva, con un patio enorme, y un galpón enorme, lleno de recovecos, con varias cosas que el dueño anterior se ve no tuvo ánimo ya para tirar y que están ahí esperando con sus maravillas dentro: algunos portafolios de cuero, cajones con papeles,  láminas de madera muy finitas, y un olor a aserrín, a suela de zapato, a cuero que duraron en ese estado hasta que mi padre fue ocupando ese inmenso espacio con sus herramientas, sus máquinas y sus motores.

Caminar ahí adentro era siempre descubrir algo nuevo, inquietante. Al correr de los años llegaron heladeras, ventiladores, lavarropas, escritorios, armarios, mesas, lámparas con caireles, arañas, ventiladores, y después, además, todo el galpón de mi abuelo, todo el ropero y la cocina de mi abuela; los libros, los muebles y los planos de mi tío, ropa, lanas, telas, revistas, discos, frascos, todos los baúles y valijas usados en la familia desde 1928. Pero todo esto llegó también la interdicción: "no hay nada interesante ahí, son todas porquerías viejas, otro día mejor buscamos, las cosas mías no me las revuelvas."

Los sectores por los que se podía caminar se fueron achicando cada vez más, los bultos fueron perdiendo su forma y desaparecieron  bajo enormes capas de tierra, telas que las recubrían, telas de araña, diarios viejos. Inútil fue la insistencia: en estos últimos años la negativa era cerrada cada vez que yo proponía ver qué había ahí.


Estuvimos más de un año tratando de atravesar ese galpón, de sacar cosas, tirar papeles, abrir bolsas, baúles, cajas y cajones. No terminamos, pero llegó finalmente el día en que logramos dar vuelta todo, abrimos la última bolsa, vaciamos el último estante, recorrimos el último entretecho.

Ese fue el día en que murió también la casa de mis padres.


19 de julio de 2012

Labor



Apenas logré terminar, hace cuatro meses, el pullover que había empezado a tejer en julio del año pasado, fui y me compré lana para hacerme otro, incentivada por la cantidad y belleza de pulloveres, sacos, camperas y chalecos que teje maravillosamente mi hermana, Alicia.
Sin embargo, no llegué a hacer ni la mitad de la espalda: una enorme bolsa llena de históricos ovillitos de lanas de diferentes épocas y colores (podría llegar a contar qué fue de casi todas esas lanas, qué forma y qué destino tuvieron)  me sedujo lo suficiente como para abandonar la tarea útil, práctica y ponible, y emprender ESTO, que mide como mi mesa, 90 cm por 110cm, que tiene - además de los restitos arqueológicos- dos madejas de moahir color marfil nuevas, que no se muy bien para qué me va a servir, (para las muñecas es muy grande, para Nina muy pronto va a quedar escaso, en fin veremos, aunque no estoy esperando que nadie regrese a casa, siempre puedo hacer como Penélope), pero que me da un indescriptible  (y para los demás) incomprensible placer.


Ya me lo dijo Muriel: no vas a tirar ninguna de esas lanas que te duelen. De eso se trata ahora: de agotar los stocks. Si a alguien le gusta ver verdaderas obras de arte de este tipo puede visitar el blog de esta maravilosa poeta y tejedora, Clothogancho, que vive en el sur de Francia.




2 de julio de 2012

Foscolo - A Zacinto

Nunca más tocaré ya tus orillas
donde mi cuerpo de niño reposaba,
Zacinto mía, que te ves en las ondas
del griego mar del que virgen naciera

Venus, quien hizo esas islas fecundas
con su primera sonrisa, y no calla
tus límpidas nubes y tus bosques
el ínclito verso de aquel que las aguas

cantó fatales, y el intrincado exilio
por el cual bello de fama y desventura
besó su pedregosa Itaca Ulises.

No tendrás de tu hijo más que el canto,
o mi tierra materna; a nosotros prescribe
el hado deplorada sepultura.



La traducción es mía a partir deUGO FOSCOLO, Odi e sonetti, Letteratura Italiana Zanichelli, Le Monnier, Firenze, 1985, p 16.

21 de junio de 2012

Caras de mujer y leones















En la calle España 330, frente al colegio La Inmaculada, una profusion de caras y leones y flores, y ornamentaciones. No aparece en ningún lado el nombre del arquitecto o constructor. ¿Cien años tendrá tal vez esta casa construcción?

30 de mayo de 2012

El fuerte en la ciudad

El Hotel de Inmigrantes

Funcionó 2 años como hotel de inmigrantes (entre 1911-1912), y 15 antes, y 70 después, como cuartel militar. Solo unos 500 inmigrantes en total durmieron en esos enormes dormitorios y la mayor parte de ellos, en poco tiempo, se fue de Bahía Blanca. 

En cambio, tal como se detalla en el artículo de diario que sigue, se alojaron allí durante mucho tiempo hombres de la marina, y luego del ejército. Fue, por ejemplo, alojamiento de los soldados y marineros enviados para "prevenir actos de violencia", y "poner orden" entre los obreros ferroviarios (inmigrantes casi todos ellos) que sostuvieron las huelgas ferroviarias de 1917 (LNP, 22-9-1917) y 1918 (Bahía Blanca, 28-2-1918)* y que sabemos bien que a su llegada tuvieron que dormir en hediondas fondas y pensiones hasta conseguir trabajo. (ver aqui varios artículos de diarios de principios de siglo XX sobre esto)

El fuerte en la ciudad: ahora no eran indígenas sino inmigrantes revoltosos lo que había que controlar.

Hasta 1984, por lo menos, estuvo en manos del ejército (al -en ese entonces - novio de una amiga mía le tocaba hacer guardia ahí durante el servicio militar. Después -no sé el año exacto- pasó a manos de la municipalidad de Bahía Blanca.

Pero la propensión a la deducción y a la fabulación a partir de un nombre ha llevado a muchos a especular y contar cosas de lo más disparatadas acerca del funcionamiento de este "hotel", de cómo sus abuelos o familiares recién llegados al puerto de Ingeniero White(¿?), estuvieron alojados ahí.

He aquí una reseña de los avatares del funcionamiento y del destino de este edificio durante las primeras décadas del siglo:






En el libro de A. Coleman, Mi vida como ferroviario inglés en la Argentina, Bahía Blanca, 1948, se hace referencia a las cinco experiencias de inmigración directa en la ciudad de Bahía Blanca.
En base a este texto de Coleman, y al cotejo con articulos periodísticos de ese momento, Hector Guerreiro ofrece un minucioso estudio de la "inmigracion por el muelle de hierro del FCS", en Los ferrocarriles en Bahía Blanca, FCS-FCRPB 1884-1948, Bahía Blanca, 2011, p. 58-63.

Por cualquiera de los dos ángulos (inmigrantes/militares) que se lo valore (y si no hay mirada estereoscópica, sólo queda la fábula, la mistificación o el borramiento), es altamente significtivo el destino próximo de este edificio: volverse la sede del Museo Histórico de la ciudad de Bahía Blanca.

* Más datos acerca de las huelgas ferroviarias de  1917 y 1918 en Bahía Blanca e Ing. White, próximamente en el libro Los talleres invisibles: la historia de los Talleres ferroviarios Bahía Blanca Noroeste que se va a publicar este año en el museo Ferrowhite.

29 de mayo de 2012

Dante - Los aduladores




Ahí llegamos; y en el fondo del foso
vi gente sumergida en una cloaca
que parecía venir de un baño humano.

Y mientras yo buscaba con la vista
Vi una cabeza tan de mierda llena
Sin distinguir si era clérigo o laico.

El me gritó: “¿Por qué estás ávido
De mirarme a mí más que a los demás?”
Y yo a él: “Porque si bien recuerdo

Ya te ví antes con los pelos secos
Y sos Alessio Interminei de Lucca
Por eso es que te miro más que a todos”.

Y él, entonces, golpeándose el marulo:
“Hasta aquí me han hundido las chupadas
De culo, nunca se secó mi lengua”

Escuchando esto Virgilio: “hacé
Me dijo, “que tu vista se adelante
Para que puedas verle bien la cara

a esa mina inmunda y desgreñada
rascándose con uñas enmierdadas,
que se tumba o se queda ahí parada.

Ella es Thais, la puta que responde
A su chongo cuando dice: ‘¿estoy buena
Para vos?’ ‘Ay, si, rebosantísima.’

Con esto, nuestra vista ya está llena”


De vez en cuando me gusta traducir algunos pasajes de la Divina Comedia. Hoy -vaya uno a saber por qué-, elegí este: Dante Alighieri, Inferno, XVIII, 112-136.

La ilustración es de John Flaxman 1775-1826, y está tomada de este sitio.

19 de mayo de 2012

Convite con tarta de zapallo Hokkaido y camarones


Esta foto con arreglo floral en jarrón de plata no es más que el intento desesperado de ponerle onda y actitud a un (aparente) estrepitoso fracaso culinario.
La cosa fue así: tenía anoche una cena con mis amigas Daniela, Mariela, Silvina, Agostina, Verónica, y Belén en la casa de Olga, tenía además este bellísimo zapallo Hokkaido (o Potimarron, como lo llaman en otros lados, zapallo japonés me dijo Andrés Mamani en el campo el otro día cuando me lo regaló), y tenía además la receta de camarones en zapallo que me había pasado Belén, una receta en la que una deliciosa salsa cremosa de camarones nada dentro del zapallo-cazuela



Varios días antes compré ingredientes, leí variantes de la receta y un posible plan B por las dudas. Menos mal.
Corté la tapa del zapallo, y lo puse en el microondas 10 minutos. Un poco durito todavía, lo encontré, así que lo volví al M.O. pero en lugar de ponerlo otros -digamos 3 o 4 minutos- marqué sin piedad otros diez minutos. Cuando abrí la puerta, mi maravilloso zapallo se había desmoronado, deshecho, toda la carnosa pulpa anaranjada humeando rozagante
Menos mal que había plan B. Con lágrimas en los ojos, puse la pulpa del zapallo en la tartera, distribui encima  la salsa (ajo, cebolla y camarones rehogados en aceite, tomates picados, sal, pimienta y tres curcharadas de ketchup, crema de leche, perejil, y queso crema) a la que, frente a la emergencia tuve que agregar dos huevos bien batidos.
La cosa fue al horno, por mas de media hora. Así lució en la mesa, apenas llegamos, y no tuvo tanto que envidiar a la cantidad de cosas riquísimas que llevaron las demás invitadas:




Olga Guillén, Agostina Fonti, Mariela Montero, Daniela Gimenez, moi, Verónica D'Anibal, Silvina Urban y Belén Oliveros.

Cuántas mañanas de sol

Cuántas mañanas de sol
quisiste estar en ese puerto
nunca visto,
como cuando frente
al más recóndito y laberíntico palacio
esperabas que te abran
a las nueve, la puerta.
Que te deslumbre el mosaico
(que está pintado
pero no importa),
que la brisa del mar,
que el resplandor opaco,
que el olor salobre
te inquieten,
como entonces,
como si fuera todavía

muy temprano




13 de mayo de 2012

Convite con tarteletas de roquefort y nueces





La tormenta del viernes no los amedrentó: Marina, Eva y Mario llegaron puntuales a la cita. Y esto pasó: que iba a ser acotado, pero terminó convirtiéndose -por la variedad y trascendencia futura de los motivos que al correr de la reunión se fueron agregando - en un SUPER FESTEJO, que sigue generando, al pasar de las horas, mas y mas felicidad.


Cena con tarteletas de roquefort y nueces, y anchoítas, pollo en pepitoria, y lemon pie, y buen vino tinto, para una noche rebosante de festejos: una ardua pero gratificante traducción terminada; un próximo viaje a la capital del mundo; título, niño, y cumpleaños por anticipado; sustanciales mejoras laborales, lecturas recientes, y libros por venir.
¿En qué otra cosa podría consistir una fiesta?


Arreglo floral



9 de mayo de 2012

Fuentes



¿Quién puede llegar a entender que esto es parte de mis objetos de deseo, que tener esto ahí a pocos metros de mí me produce una increíble excitación, que esto es la materialización de uno de mis más remotos sueños?

No es la mía la suerte de quienes abonan curriculums disertando sobre lo que, en concreto, así, en la práctica, con guantes, pinceles y lupa, nunca han hecho, ni la de los historiadores de sillón de los que habla Polibio (XII, 25e).



5 de mayo de 2012

Dentista

Fui ayer al consultorio de una dentista que tenía que hacerme un tratamiento de conducto.
Trató ella de calmar mi mal disimulada ansiedad, mientras acomodaba la altura del sillón y esa especie de servilleta babero por mi cuello diciéndome:
- No tengas miedo, qué te voy a hacer, yo, yo contra vos no tengo nada, no como esa dentista, en Polonia... el ex novio -que la habia dejado por otra- tuvo un repentino e intenso dolor de muela y ella, cuando lo tuvo sentado ahí en su sillón, y anestesiado, no pudo resistir la tentación y le sacó todos los dientes... Después el tipo lloraba: - ¡¡¡mi novia nueva ahora sin dientes no me quiere!!!
Reconfortada por la tierna anécdota, abrí la boca esperando que esta buena mujer se digne al menos  mirar la muela que tenía que arreglar pero en cambio ella estaba ya insertando el tubo de anestesia en la jeringa.
- De este lado, aclaré por las dudas.
Pincha, clava, inyecta, me dice - hay que esperar un buen rato, ahora, hasta que agarre, y silencio, mientras yo me quedo mirando encandilada el foco sobre mi cabeza. A los pocos minutos escucho el tiquetío del un teclado. Me doy vuelta y la veo sentada un poco más atrás de mi sillón, chateando desaforada a dos pantallas.
Pregunto algo, tanto por conversar de algo, y se me viene otro pinchazo de anestesia, para que agarre bien.
Ahora no chatea;  por el rabillo del ojo veo que está en youtube, mirando videos.


"La lima salió "feíta" de uno de tus conductos. La semana que viene, te espero, de nuevo, así seguimos."




24 de abril de 2012

Caligrafía





Mientras espera que lo atiendan por teléfono, mi papá garrapatea palabras en un anotador.

Esto debe ser mas o menos de 1980, o 1981.

Se tiene que ocupar de cosas muy muy serias pero, mientras espera -tal vez - que lo atiendan, juega.

Esas letras empiezan a salir solas apenas tiene el lápiz o la lapicera entre sus dedos: mayúsculas llenas de rulos y ondas, y aes reclinadas con elegancia, y eses finales que parecen no terminar nunca y siguen flotando como un susurro largo y delgado que se enrolla, y tes y efes altas, altas, que cubran, que sostengan.

A mí también me hizo aprender caligrafía, con unas hojas con cuadriculado en 45º y un cuadernillo en el que había un texto de Sarmiento, con el que aprendí -tendría diez años- palabras como campestre, ocaso, majadas, redil, hendían...



Y no había uno sino varias decenas del mismo cuadernillo (c'est pourquoi tengo varios todavía en blanco, como para seguir practicando, je je).

Sarmiento, pitufos, escenas campestres, tiempos primitivos, papanatas, el mundo, papanetas, un estanciero papanitas, ocupaciones papanotas, rezar papanutas, al ocaso papanetas, las majadas papanitas al redil hendían papanutas al aire con papanetas balidos, el dueño pitufo, hombre de perfidia, papanetas, papanatas, y así es como que, haciendo caligrafía, copiando cientos de veces estas cuatro líneas de Sarmiento, y declinando la palabra pitufos al teléfono, algún día pueda llegar a ser una gran poeta.



12 de abril de 2012

Convite con tarta de espinacas con Analía y Francisco



Festejamos hoy con Analía y Francisco su unión, y por eso hicimos, Emilce y yo sendas tartas para compartir.
La terrina de Emilce como siempre, fue excelente, con verdura, champignones, morrones y huevos batidos.
La mía en cambio fue una receta de Jorgelina, que hice por primera vez y que salió EXCELENTE.
Se hace así
La masa se prepara con una taza y media de harina leudante, 100 gramos de manteca desmenuzada y 5 cucharadas de agua. (Yo tengo que confesar la verdad, la hice con aceite porque para cuando tuve la receta, ya estaban todos los negocios cerrados!!!), se amasa hasta que queda bien elástica y se guarda un rato en la heladera. Se forra una tartera con los dedos, cuidando que la masa quede MUY FINITA.
Se hierve la verdura apenas, con el agua de lavado y se la escurre muy bien.
En una sartén se rehoga una cebolla, se agrega la espinaca bien picada; y luego se le agrega una muy generosa cantidad de queso rallado y tres huevo batidos.Se condimenta con sal pimienta y nuez moscada. Se coloca este relleno sobre la masa.
Aparte se baten 100gramos de crema de leche, otro huevo más y otro generoso puñado de queso, y se esparce ese preparado sobre la verdura.
Al horno se cocina un rato, hasta que la masa y la superficie de la tarta quedan bien doradas.

¡¡¡Y toda la felicidad del mundo para mi hermosa amiga Analía y su novio Francisco!!! Las fotos del ágape  van en facebook.

Tarde de leones




Magnífica tarde de feriado por el aniversario de la ciudad. Salí a dar una vuelta en bicicleta por el barrio, buscando qué casas están aún en pie de las que figuran en una de las guías de principio de siglo que tengo por acá.
He aquí que hoy salieron a mi encuentro leones. Terribles leones de fauces abiertas y ojos desencajados. El de arriba del todo corresponde a la fachada de la casa que ocupa ahora la Asociación Médica y que en 1926 ocupaba Mr. C. Cumnig. El de abajo adorna el frente de la casa ubicada en calle Blandenguez 717, en la que vivía hacia 1926 Mr. I. Mactaggart.


 Gorriti 770
Blandengues 717 


¿Y estos? Daría la impresión de que son grifos, mitad águila y mitad león, pero son muy pequeños en proporción a la fachada en la que se encuentran y la forma no está para nada definida.
Es más, lo primero que pensé es que las pequeñas esculturas habían sido picadas, destruidas; pero luego cuando me acerqué, con el zoom vi que estaban enteras,:: águila y cordero.
Pero no hay grifos así, eso -que yo sepa- no existe en ningún bestiario.




Juan Molina 762

7 de abril de 2012

Marisa y la teoría del colador

Como un colador de criba cada vez mas estrecha, ciertas cosas más bien fuertes que a uno le han ido pasando hacen que mucha resaca quede ahí, atrás.

Resaca, tanto de lo que uno puede sin pena, ya, deshacerse

Ahora fluye, decantado ya, tamizado sólo aquello que vale, en silencio.

4 de abril de 2012

Caritas de piedra - ¿Quiénes las hacían?


Guía Comercial de Bahía Blanca, nº 1, La Nueva Provincia, 1925

1 de abril de 2012

Kosmos


Esta es la crema que me compré ayer en mi perfumería favorita.
Eso es el presente: ese cruce insólito de acentos y palabras en lenguas diferentes.

26 de marzo de 2012

De un concurso de preguntas y respuestas, y de misas


En el 1978 se festejó el sesquicentenario de la fundación de la ciudad con desfiles cívico militares, galas en el teatro municipal y la publicación de un “Manual de Historia de Bahía Blanca” (editado por el departamento de Humanidades de la Universidad Nacional del Sur). A principio de ese año anunciaron que hacia octubre o noviembre iba a hacerse un concurso de preguntas y respuestas sobre Bahía Blanca, que cada escuela tenía que presentar tres participantes, y que las preguntas y respuestas serían todas en base a ese Manual de Historia.

Así fue que también en mi colegio, María Auxiliadora, se formó  un grupo de seis chicas, que fuimos votadas por nuestras propias compañeras, y que tuvimos el privilegio, durante seis meses, de salir del aula durante dos o tres horas cada mañana para reunirnos en un aula vacía a estudiar para el concurso. En seis meses nos aprendimos el libro casi de memoria: yo enardecía de entusiasmo con las andanzas de los caciques y sus tribus a través del paisaje de salitral, tamariscos y guanacos que se describía en el capítulo 1, las intrigas en el fuerte de los siguientes capítulos, las actividades de los primeros comerciantes e “industriales” y las colectividades extranjeras que se habían radicado en la ciudad.  (Hasta ahí llegaba el libro: la historia pegaba de repente un vertiginoso salto hacia el porvenir).

Hacia fin de año, llegaron las primeras rondas del concurso, con el Teatro Municipal a pleno, y después de varias presentaciones exitosas logramos llegar a la final: cuatro escuelas aspirábamos ganar un premio que se iba a anunciar solo cuando se hubieran conocido los ganadores, un premio del que iba a poder disfrutar todo el curso. Esa tarde, ahí en el escenario del teatro, íbamos sacando los sobres y respondiendo; nosotras nos sabíamos el libro de pe a pa, los otros chicos también, la cosa estaba peleada. Hasta que llega el último sobre, con la pregunta fatídica: “¿A  qué temperatura sale el agua de las napas subterráneas en Bahía Blanca?”. El resplandor opaco de la pampa salada, el dudoso brillo de las gestas de la “conquista”, la heroica resistencia de los indígenas, las intrigas políticas que impidieron que Bahía llegue a convertirse en capital de provincia, el “progreso irrefrenable”, el “destino de grandeza”, toda esa apasionada histoira, ese encendido porvenir que presentíamos para la ciudad y para nosotras fue apagado de repente con un chorro brutal de agua subterránea. Sabíamos todas las fechas y los nombres, podíamos razonar movimientos, causas y consecuencias, pero no a qué temperatura el agua deja de ser agua y se evapora. “100 grados”, respondimos. A 100 grados salieron las lágrimas por la bronca de haber perdido. Y por supuesto, ni me importó en lo más mínimo quiénes fueron los afortunados que ganaron ese misterioso primer premio: un emocionante viaje para todo el curso al Dique Paso Piedras.

En el colegio, igual, nos recibieron con todos los honores, a fin de año nos dieron una medalla, y traté de preservar al menos un poco de ese raro privilegio de leer o estudiar mientras los demás hacían otras cosas. Sí, en el colegio al que yo iba había misa todos los días, pero uno podía elegir no ir, y pasarse el rato que duraba la misa en el “estudio”, repasando, leyendo a escondidas algo interesante, durmiendo o soñando despierta un rato con un libro en la falda. A veces sin embargo, había que ir sí  o sí a a la misa, que era bien temprano, a las ocho y diez; y en esas ocasiones especiales solían venir los padres de algunas chicas; una de las hijas del sub comandante del V Cuerpo del Ejército era compañera nuestra, así que -vaya uno a saber por qué- el general venía de vez cuando a misa, con su señora, del bracete.
La misa duraba media hora.
Después cada uno se iba a hacer lo suyo*.
En esas misas, cada día, nos hacían rezar por la unión de los argentinos y la paz en nuestra patria.

* hacer lo suyo es, a esta altura, un eufemismo intolerable, y el ejercicio de sutileza, posible solo si quienes leen tienen la edad y han estado ahí para entender de quién y qué "actividades" hablamos. El general era el general Catuzzi, que fue segundo comandante del quinto cuerpo de ejército, más o menos entre 1977 y 1980. No nos va a alcanzar la vida para terminar de horrorizarnos de las actividades en cuestión.

Este texto fue escrito en marzo de 2009 para una presentación en el MAC, en ocasión del aniversario del golpe de 1976, coordinada por Christian Diaz.

19 de marzo de 2012

La 18

Mis mejores recuerdos de la escuela corresponden a una escuela que no era mía (la mía en realidad era un convento, era un jardín perfumado en primavera, una inmensa capilla penumbrosa protegida por dos inmensos ángeles que hablaban con sus lámparas simil candelabro entre sus manos), una escuela con ventanales y cortinas amarillas, con un San Martín mirándote enhiesto y de costado con sus cejas tupidas y su uniforme azul patria, con un salón con escenario y piano al que nos dejaban subir cuando ya se habían ido todos, los días de acto, una cocina con olla y cascarilla tibia, y pizarrones con tizas y tizas para hacer dibujos y escribir mientras mi madre conversaba con sus compañeras las maestras, todas con sus guardapolvos de maestra de antes con martingala y solapas y que la pollera no sobresalga por debajo del ruedo, y con el director, un señor canoso y serio y la porteras, que hoy cuando volví a entrar  (para una reunión de profesores del conservatorio) sentí que podía volver a nombrarlas a todas y a cada una de esas mujeres enormes  (y al señor serio, también) que nos besaban a mí y a mi hermana cuando nos veían y nos decían qué lindas y nos daban caramelos y nos dejaban jugar a la maestra; y que de alguna puerta iba a salir mi madre y nos iba a decir: Anita, Alicia, ¿vamos?

17 de marzo de 2012

Soy yo,
sobre la falda de mi madre;
mi abuelo Camilo sonríe;
mi padre es el que saca la foto.

Hoy 17 de marzo se cumple un año de la muerte de Elisa, mi madre. Hubiera sido, además, su cumpleaños.

De pie: Elisa Pagnini, Abramo Battaia, Carlos Ferrari, Beatriz De Ilzarbe, Flora Echeverría, Luis Battaia,

Sentados: Virgilio Battaia, Amelia Battaia, Camillo Ferrari, Elisa Ferrari, y yo.