Soy bella, mortales, como un sueño de piedra
y mi pecho, donde todos en algún momento se golpearon,
está hecho para inspirar al poeta un amor
eterno y mudo como la materia.
Reino en el cielo como una esfinge incomprendida;
uno un corazón de nieve a la blancura de los cisnes;
odio el movimiento que cambia de lugar las líneas,
y jamás lloro ni jamás río.
Los poetas, ante mis gestos ampulosos
que parecen tomados de los más nobles monumentos,
consumirán sus días haciendo estudios rigurosos;
porque tengo, para fascinar a esos dóciles amantes
unos espejos puros que a todas las cosas las vuelven más bellas:
mis ojos, mis amplios ojos de claridad eterna.
La traducción de este poema, La beauté es mía, a partir del texto tomado de Charles Baudelaire, Les fleurs du mal. Edition de Claude Pichois, Gallimard, Paris, 1996.
Con el último verso me ayudó Muriel Daumal ¡merci beaucoup!
4 comentarios:
me resulta exótico leer a Baudelaire en castellano. ¿Conoces los estudios de Jean Pierre Richard?
mmmm, me imagino que sí, debe sonarte bien raro.
No conozco a Richard, voy a buscarlo. Gracias!
no me suena tan raro sino que añade algo como si se unieran Darío y Baudelaire...
Baudelaire es el último hombre que pudo contemplar a la Belleza.
Los contemporáneos ya no son dignos de estos versos.
Los poetas "amantes dóciles"...es cierto, si se quiere identificar a un Poeta, ésa es la señal: amante dócil de la Belleza. No hay uno solo, ¡ni uno! a partir de 1960.
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