19 de julio de 2012

Labor



Apenas logré terminar, hace cuatro meses, el pullover que había empezado a tejer en julio del año pasado, fui y me compré lana para hacerme otro, incentivada por la cantidad y belleza de pulloveres, sacos, camperas y chalecos que teje maravillosamente mi hermana, Alicia.
Sin embargo, no llegué a hacer ni la mitad de la espalda: una enorme bolsa llena de históricos ovillitos de lanas de diferentes épocas y colores (podría llegar a contar qué fue de casi todas esas lanas, qué forma y qué destino tuvieron)  me sedujo lo suficiente como para abandonar la tarea útil, práctica y ponible, y emprender ESTO, que mide como mi mesa, 90 cm por 110cm, que tiene - además de los restitos arqueológicos- dos madejas de moahir color marfil nuevas, que no se muy bien para qué me va a servir, (para las muñecas es muy grande, para Nina muy pronto va a quedar escaso, en fin veremos, aunque no estoy esperando que nadie regrese a casa, siempre puedo hacer como Penélope), pero que me da un indescriptible  (y para los demás) incomprensible placer.


Ya me lo dijo Muriel: no vas a tirar ninguna de esas lanas que te duelen. De eso se trata ahora: de agotar los stocks. Si a alguien le gusta ver verdaderas obras de arte de este tipo puede visitar el blog de esta maravilosa poeta y tejedora, Clothogancho, que vive en el sur de Francia.




1 comentario:

clothogancho dijo...

¿Cómo es posible? no vi esta labor-rescate, fruto de la paciencia y el recuerdo.