19 de mayo de 2013
¿Qué sombra es la que cubre el resplandor de las llamas del fogón o la luz del sol del mediodía en estas fotos?
El padre Victor (Vittorio, en realidad, un cura italiano que ahora esta en Kenya) me las mandó hace unos pocos días, como recuerdo.
Y sin embargo, yo no puedo ni mirarlas. Estuve a punto de borrarlas, y no solamente porque no estoy muy favorecida en las dos imágenes en las que aparezco.
La sola perspectiva de compartirla con mis compañeras del colegio, y de leer sus comentarios me estremece.
Pero por ahí está bien observarlas.
El horror está ahí en las fotos:
en los apellidos de algunas de ellas, para empezar, en ese fuego para que nos hagamos todas más amigas, y en nuestras ropas, peinados y expresiones, en la rigidez de un orden replicado hasta en sus más pequeños y consistentes detalles, en ese rincón remoto del mundo junto al Río Colorado (esos días, por excepción; si no, acá en Bahía), en cada una de nosotras, en nuestros padres, en las monjas del colegio, (al cura -el padre Victor -Vittorio Albasini-, le concedemos el beneficio de la duda, porque él venia de Italia, una vez al año, durante un mes), y más en general, en toda la ciudad.
Y está presente, también ahora.
En lo que no se dice, en lo que -increíblemente- pareciera que nadie se anima a decir: qué orden era ese que nos constituía, que nos daba o nos quitaba la palabra, nos definía, nos calificaba, nos juzgaba.
En esa época no sabíamos nada. Pero ahora sí. Y lo que había para saber -concretamente- no era poco, ni nada leve.
Treinta años han pasado para algunas como si solo una correntada de agua hubiera las hubiera rozado apenas, como piedras que se secan rápido al sol. Y como si ese orden siguiera aún vigente.
De otras no sé nada.
Yo miro esto como si proviniera de un estadío de mi propia evolución muy remoto, muy lejano.
Pero, voilá, no puedo decir de otra vida. Porque si fuera otra vida, la sentiría ajena y me generaría curiosidad.
Me duele, en cambio, profundamente.
No solamente por ese horror pasado, sino por lo que de él aún perdura.
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