En la vereda de enfrente de mi casa hay una larga hilera de tilos.
Ya están por florecer.
Son como un puente entre la plaza y las innumerables plantas del magnífico jardín que rodea la casa de la esquina.
Supe -hace pocos días- que se vende.
Los tilos tiemblan bajo la lluvia mansa.
2 comentarios:
Temor salutario y poético, con la dental y la líquida (tiemblan los tilos). Rumor en la fronda. Gigantes estremecidos. ¿Y si se atrevieran los bárbaros?
ay ay ay... claro, no es un temblor poético, el nuestro; picotas y sierras eléctricas y palas son perfectamente probables
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