31 de julio de 2010

Pascoli - Noche dolorosa

Se mueve el cielo, silencioso y lejano:

la tierra duerme, y no quiere despertarla;
duermen las aguas, los montes, las praderas.
Pero no, porque siente suspirar el mar,
siente gemir las cabañas negras:
ahi dentro hay un niño que no se duerme:
llora; y las estrellas pasan, lentamente.


La traducción es mía, en base a Giovanni Pascoli, Myricae, en Poesie, editado por Gianfranco Contini (ed), Milán, 1974, p 117 (LIZ)


Los adornos de estuco del edificio donde está la verdulería de Gabriel, (que ya no se llama más Irina III), enfrente a la plaza, junto a la casa cuya y ventana y gato aparecen más abajo, y junto a la cooperativa de 9 de julio.

28 de julio de 2010

Historia y épica

La épica, como género narrativo de una próxima obra de historia local, prometida en este caso*, para justificar el genocidio: exaltación de la vida castrense, dos ejércitos en igualdad de condiciones, generales que mueren en su propia ley.


* Esto se refiere a los comentarios que hace el autor de "La Bahía Epica", que va a publicar el diario La Nueva Provincia a partir de mes que viene.

25 de julio de 2010

Otro ejercicio de epigrafía




¿Qué tenemos ? 
* Una fachada ciega, con una inscrippción borroneada. 
* Una propaganda publicada en el diario Nuevos Tiempos en marzo de 1945, según la cual, en esta esquina estaba el Depósito de Mercadería y Forraje de la Cooperativa de Consumos Ferroviaria (lo cual no quiere decir, necesariamente que el edificio sea de esa fecha)
* El dato según el cual, a mediados de 1955, esta cooperativa se fusiona con la Cooperativa Obrera.
* Las siluetas de unas letras estilo art decó: Cooperativa de Consumos Ferroviaria - Bahía Blanca - Anexo
*Tan poco nítidas esas letras que esa esquina fue durante toda mi vida la de un grafiti -que estuvo ahi hasta hace pocos años (ahora debe haber quedado debajo de los paneles para propaganda)- que decía: "Argentina te quiero, pero cómo sufrimos".

El edificio central de esa cooperativa está enfrente, en Rondeau al 700.
Ninguno de estos edificios ha merecido formar parte del "patrimonio"
Esta esquina está a la vuelta de mi casa, en Rondeau y Almafuerte.
Por lo que leía ayer, la propia CCF vendió este depósito en 1955 antes de la fusión con la CO a causa de sus problemas financieros en el libro de Clelia López de Pagani y Marta Vago, Historia de la Cooperativa Obrera, Bahía Blanca, 1988

19 de julio de 2010

El muro de uno de los canteros de la Plaza Pellegrini sobre la vereda de calle Tucumán.
La foto está agigantada: la lata debe ser de 1kg,
la pared llega a la altura de las rodillas

(me pregunto ahora si el que dejó ahí esta lata no estaría mirandome divertido cómo sacaba esta foto)


17 de julio de 2010

Ut queant laxis




Para que puedan resonar en plenitud las maravillas de tus actos, perdona el pecado de los labios manchados de tus siervos, San Juan.

Aprendí esto de memoria, sin tener la menor idea de lo que decía, en un libro de historia de la música mientras esperaba mi clase de guitarra.

Se trataba del origen del nombre de las notas musicales.


Muchos años después (justamente cuando ya no me importaban ni los santos, ni los pecados ni los labios manchados), se trató del latín, del ut, de la J del nombre del santo, de gestos tal vez no tan admirables y magníficos, del canto, del silencio, de lo que ya ha sido liberado y de lo que suena laxe, espacioso, suelto.


(mira es el opuesto de parva)

10 de julio de 2010

La guitarra

A los siete años, como a tantos niños y niñas durante los 70, me mandaron a estudiar guitarra.
Me compraron un grueso cuaderno pentagramado, un libro de teoría de la música, otro de solfeo, un libro de guitarra para principiantes, y por supuesto, una guitarra.

El libro de teoría empezaba con la respuesta a la pregunta ¿qué es la música?: Música es el arte de combinar los sonidos, y seguía así, con respuestas a preguntas que jamás me hubiera planteado, pero que tenía que estudiar de memoria, en orden, de una clase para la otra. En el libro de solfeo había que leer, también en voz alta, recitando a distintas velocidades y ritmos, los nombres de las más variadas combinaciones de notas musicales. Y con el otro libro tenía que practicar -ahí sí, guitarra en mano - notas, escalas, acordes, arpegios.

Me aburría. A veces no estudiaba. Los días que tenía guitarra los vivía como los días más desagradables de la semana. Yo lo que más quería era quedarme en casa leyendo. Algunas veces protestaba un poco. Pero se me hizo ver que si uno empezaba algo, tenía que seguirlo con constancia, y terminarlo.

Nunca logré aprenderme nada de memoria, salvo la vidalita, solamente una vez toqué en público, formando parte de un numeroso grupo, y la mayor parte de las veces prefería hacer cualquier otra cosa antes que tocar la guitarra.

Sin embargo, sentía una gran envidia de la alegría y la desenvoltura con la que muchas chicas, en el colegio al que yo iba, tocaban la guitarra "de oído". Yo también a veces llevaba mi guitarra y, como si estuviera descendiendo a algún tipo de vulgar bajeza, tocaba siguiendo a las que se sabían bien los tonos y los ritmos de los rasguidos.


De todos modos, aunque tocaba muy mal, gracias a la constancia, fui aprobando los exámenes uno por uno.


Por eso, cuando llegué a cuarto año (tenia por ese entonces 11 años), el profesor indicó que ya era hora de que yo tuviera una guitarra buena, acorde al nivel al que estaba por pasar. La guitarra nueva fue encargada expresamente a un luthier, vino en un estuche tipo sarcófago, y costó - a juzgar por las infinitas recomendaciones que la acompañaron- bastante cara.

Dos años más, aún, me retuvieron la constancia, y la responsabilidad de justificar ese gasto hecho por mí, me nolente.

No recuerdo el día que anuncié en mi casa: "dejo, no quiero ir mas a guitarra".
Sí me acuerdo que fui a hablar con el profesor y le dije que iba a dejar por el momento; que más adelante iba a retomar y terminar; que quería estudiar italiano y las dos cosas por el momento no iba  a poder.

Aunque en algunas tardes de melancolía la he agarrado y he canturreado con ella alguna melodía rasgando sobre el precioso encordado los cuatro o cinco únicos tonos que me acuerdo, la guitarra nueva quedó guardada, en su sarcófago azul oscuro durante 30 años, en la casa de mis padres, hasta ayer a la noche, que la traje, y estuvimos cantando con ella zambas, chacareras, boleros y canciones anarquistas.

Al profesor, cada vez que lo encuentro (y él se ríe también porque es un divino) le digo: "attenti, profesor, eccoliqua, que en cualquier momento empiezo de nuevo".

Convite con pan casero y tiramisú




Hubo convite anoche con panes caseros (hechos por Nico Seitz, que así va ganando su derecho de piso!), empanadas, vino tinto y tiramisú.
Y hubo guitarra también y cantamos todos, Nicolás, Esteban, Anita, Natalia, Marcelo, Nico y yo.
Nina hizo sus aportes también.

Así amaneció la mesa, hoy (salvo el tiramisu, que lo saqué de la heladera apposta para la foto).

El tiramisu lo pude hacer con mascarpone mascarpone, pero por alguna razón la crema me quedó un poco más chirla de lo deseable. Las vainillas son empalagosamente dulces, en demasía. Pero bueno, eso es lo quedó, nadie se quejó, así que la próxima probamos de nuevo.