9 de septiembre de 2011

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7 comentarios:

Anónimo dijo...

A Isolina Surci Marvelli, Artemisia Comina, Marina Yuszczuk y otras 5 personas más les gusta esto..

Eva Murari wow!!!!!!!!!!! donde lo encontraste?

Ana Miravalles entre las cosas del galpon de mi abuelo que hace 30 años mi vieja mudó a su propio galpón... :)

Eva Murari Qué desafío para una historiadora tener una familia que no tira nada!!!!

Ana Miravalles hago terapia con laprimer parte de " Sobre la utilidad y perjuicio de la historia para la vida" de Nieszsche (además de mi nueva ps)

Eva Murari Me alegro mucho :)

Patricia de Robles Coincido con vos, Eva, sólo alguien como Ana podía rescatar en toda su dimensión los objetos de toda una vida reunidos por su familia.

German Arens ¿adentro había cartas?... Mi abuela tenía una piecita en el patio, repleta de cosas viejas. Un día le pregunté si quería que se la ordene, me dijo que si, en ese entonces ella tenía 79 años, corría el año 1994. En medio de la limpieza encontré un cofrecito... dentro de el un montón de cartas de amor, las cartas de amor entre mi abuela y mi abuelo, El había muerto hacía 18 años. En ese momento pensé que ella no debía reencontrarse con esas cartas y decidí tirarlas. Hoy me arrepiento.

Ana Miravalles Ay, qué pena, esas cartas, Gernán!!! No dentro de esa cajita que mide 11x7x5 cms; pero si... estan las cartas que mi abuelo le mandó a mi abuela desde acá tratando de convencerla de que venga a casarse, y que ella se trajo atadas primorosamente con una cinta roja. Extrañamente mi abuelo, que conservó no solamente TODAS las cartas que recibió desde que llego a BB en 1924 sino también los borradores de TODAS las cartas que él mandó a su novia, y a sus hermanos y a sus compañeros, no conservó las cartas de respuesta de mi abuela -o sea, todavía no las encontramos, y el galpón es INMENSO.

Ana Miravalles No tiré ninguna, pero sinceramente, no sé si me va a alcanzar la vida para leer y ordenar todo ese material (que al mismo tiempo me fascina, porque me sirve para sentirlos vivos, a mis abuelos, jóvenes). La paradoja es que yo me siento fascinada por conservar ordenar y recuperar el pasado de estas personas, de ellos que cortaron radicalmente con su pasado, y condensaron la historia material de su vida en un baúl

Anónimo dijo...

El SR. German tiro y se deshizo de las cartas de amor (¡de amor!) de sus abuelos? Qué valentía superior! que noble desprecio por la vida humana! Es el acto más admirable que he conocido en mucho tiempo. Admirable y poético. Profundamente poético (identifico algo poético donde hay trascendencia y trascendencia donde se hiere una emoción; la emoción verdadera de la cual depende nuestra propia vida: el encuentro amoroso de nuestro ancestros!) Me siento incapaz de repetir un acto semejante, me tiemblan las manos! No puedo! Pero el que otro haya podido me llena el corazón de dolor y deleite! Un coraje sobrehumano que nos hace iguales a los huracanes y a las tormentas. Sí! Eso me hace nuevamente a-político. Recupero mi trascendencia. MI yo íntimo.
Srita. Ana le recomiendo que se deshaga a la brevedad de ese objet trouve. Hágalo trizas y sea Gorgona. Hágase inmortal.

Anónimo dijo...

Srito anonimo,

Que invierta usted su tiempo escribiendo comentarios anónimos en blogs altamente concurridos, con interlocutores dignos de su prosa, de sus sarcasmos y de sus elevadas reflexiones y -fundamental para Ud- con una notable cantidad de lectores que presupone usted intrigados acerca de su misteriosa identidad, es algo que, en una persona altamente convencida de su valía, puede llegar incluso a ser comprensible; pero ¿qué sentido tiene que prodigue Usted su talento (con notable constancia, debo reconocerlo, a pesar de que en tantos años esta es la primera vez que le respondo)en esta página remota,a la que discretamente llegamos un reducido grupo de personas amigas? Vaya usted a publicar donde donde lo quieran, lo comprendan, donde pueda desplegar con toda gracia el personaje que su timidez y su inmensa fe en si mismo lo ha llevado a pergeñar, y sobre todo, donde lo lean!!!

Eva dijo...

El Sr. Anónimo no sólo invierte su tiempo escribiendo en este blog, sino rescatando todas las nimiedades que pudimos haber escrito en facebook los que lo seguimos y disfrutamos. En todo ese tiempo podría haberse creado una cuenta de blogger y opinar con nombre, no?

Ana dijo...

Inf. III, 51

Eva dijo...

demolido con un verso el sr. anonimo

Anónimo dijo...

Estimadas mías! No era mi intención una ingente cantidad de lectores anónimos, ambición que deleita a la raza vil de los escritores –mal llamados poetas-. Hace tiempo que inverti los términos y asumí el destino anónimo del lector.
Yo las buscaba a uds. Ana… Eva... Y a algunas otras de aquí. Por cierto, eso -buscarlas a uds.- ¡no puedo considerarlo yo perder el tiempo!
Me proponía llevarlas a mi personal "Ultimo Tango en París" (1972). Yo quería ser Marlon Brando. Iba a convocarlas a mi cuarto cerrado. Quería interactuar con uds. en persona pero sin nombre y sin pasado. Sostener mi anomia hasta el fin.
Yo no soy el Sr, Anónimo de facebook y en este blog. sólo participé en muy pocas ocasiones.
Pero uds., debo reconocerlo, no me quieren. Me desaprueban con la admonición de Virgilio: Inf. III, 51.
Eso significa: mirar, sólo pasar y observar, pero no responder. No dialogar conmigo. ¡Ni tampoco hablar de mí, entre uds.! Eso es Inf. III, 51.
Si lo hicieran, me darían vida y eternidad, como Dante a las sombras con las que hablaba. Tenemos memoria eterna de Francesca y de Paolo.
No les reprocho esa indiferencia. Yo aplico Inf. III, 51 con todos los musicos populares contemporáneos.
Venimos de siglos y siglos de estar atados a los nombres y apellidos, y a pesar de que nuestras antepasados nos señalaron el camino en criptografías: Odiseo fue Nadie y nuestros Padres y Maestros “Homero”, “Sofocles”, “Shakespeare” no son nombres propios. Si aspiramos a la eternidad -como debemos-, dejemos en otros anónimos la funcion de darnos un nombre y una patria.
Yo estoy cansado, y como estoy cansado ya no tengo un lugar (mi lugar es Utopía). Me dicen “alguien”.
Aprendi el olvido, el olvido de lo personal y local. Aún estoy en el tiempo, en el río –asunto que no me seduce ciertamente. Y desprecio el presente y el placer de los sentidos, como Jorge Manrique. En esto último, el desprecio del presente, me enorgullezco en ser el único en toda la Tierra-
Vivo sub specie aeternitatis.