Nuestro paseo de domingo nos llevó hoy hasta lo alto de la loma en Villa Cerrito, a la plaza desde donde se puede ver toda, toda la ciudad: el casco céntrico, a la derecha con sus altos edificios, a la izquierda sobre la línea del horizonte las chimeneas borrosas -era una tarde nublada- del polo petroquímico y los elevadores de cereal del puerto, y entre medio los innumerables techos de innumerables casas de barrios y más barrios; la torre cercana del Hospital Penna; y árboles, muchos más arboles de lo que uno supondría en este borde áspero del mundo.
La vista panorámica -tópico evangélico- pareciera otorgarle a uno, a quien mira, un cierto poder. Pero era doloroso hoy poseer esta ciudad en nuestros ojos porque en línea recta y perpendicular a la costa, varias cuadras más abajo, una valla entre medio de una de esas arboledas fue erguida ayer violentamente en un barrio social aun sin terminar con personas adentro, y cortada el agua y la luz y la entrada; y una enorme ciudad a su derecha, blanca, ajena, con tanta gente juzgando miserablemente, y otra tanta callando.
Esta foto fue tomada ayer al mediodía, ahí en Villa Delfina:
Foto: FM de la Calle
Es impresionante, y terrible, conmovedora. En la larga serie de comentarios que la acompañan en Facebook hay variadas conjeturas sobre la madre, el padre, el bebé: que si lo usan de escudo al nene, que por qué no está con la madre, que qué hace el padre ahi en lugar de estar trabajando; incluso hay alguno que sugiere que están posando, estas personas, para el fotógrafo. Copio este comentario de Noelia Sollivan (alguien que parece que conoce a estas personas): "eso fue antes de que permitieran ingresar cosas, cuando nos habian cortado el agua y la luz, el bebe ese no tenia pañales y ropa, la mamá fue a buscar cosas y cuando quiso entrar no dejaban; no usa a su hijo el papa trabaja no hablen si no saben todo el mundo opina sin saber".
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