En marzo de 2012 me compré este libro que fue, para mí, el libro del año.
En primer lugar, porque fue el único libro de este porte que leí. (Otro de un porte análogo, escribí).
Los únicos momentos apropiados para concentrarme y leer algo que no estuviera estrictamente vinculado al trabajo los podía encontrar en la cama, generalmente pasada la medianoche, hasta que me quedaba profundamente dormida. Muchas veces tenía que remontarme una dos páginas previas a la que indicaba mi señalador para poder retomar el hilo de la argumentación y seguir leyendo.
Subrayé muchisimos datos, hice gran cantidad de anotaciones, es más, creo que de algún modo terminé confeccionando eso que los libros de edición argentina no suelen tener y que es muy útil, que es un índice de nombres.
Silvestri se hubiera merecido un editor profesional, de calidad, y no este sello Edhasa, que mandó a la imprenta un texto lleno de erratas, pequeños lapsus sintácticos, palabras italianas sistemáticamente mal escritas, y párrafos que muestran que el original probablemente estuvo escrito en inglés y que fue traducidos con apuro.
Porque este libro es realmente FORMIDABLE, no solamente por la envergadura de la investigación sino sobre todo por el enfoque con que revisa la historia de la ocupación del territorio argentino y la imaginación (de origen literario) que sobre esos paisajes configura absolutamente toda nuestra percepción del "paisaje".
Varias veces me tenté de dejarlo, de leer entre tanto otras cosas. Pero no, acá estoy, en Pehuen-Có, releyéndolo de nuevo, asombrándome de cosas que se ve que medio dormida me saltée, o a las que no presté suficiente atención cuando lo leí.
Y no dejo de felicitarme una y otra vez por haberlo traído conmigo.
Y no dejo de felicitarme una y otra vez por haberlo traído conmigo.
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