6 de septiembre de 2009

Desempaque

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Después de un largo y ajetreado itinerario, el viajero considera que ha llegado a destino, desempaca y acomoda cada cosa en un lugar preciso que ha preparado, a ese fin, con amoroso cuidado: un poco de ropa y calzado (ya ha desechado por el camino casi todo lo que no usaba), fotos (blanco y negro, y en colores, en álbumes y sueltas), souvenires exóticos, estampillas, documentos, frascos vacíos que vuelven a traer el perfume de algunas noches de las que -sin embargo- no puede precisar casi nada, varias cartas, papeles llenos de firmas, recuerditos cuya proveniencia ha olvidado por completo pero que se volvieron parte entrañable e imprescindible del equipaje, tests de inteligencia, análisis de sangre, estampitas y medallas de la virgen maría, cuadernos en los que ha llevado más o menos preciso el recuento de las vicisitudes, errores, expectativas y maravillas del viaje, recortes de diarios, diskettes que sabe que no va poder leer ya nunca más en ninguna computadora, libretas en las que podría encontrar (si las releyera) caligrafías ahora ajenas peroque fueron -en otro momento- casi propias, cajas con alhajas valiosas y baratijas, mapas, un cepillo para la ropa, un par de pantuflas tejidas, un clavel rojo seco.

Espera, ya, no tener que volver a partir.

7 comentarios:

Nicolás Testoni dijo...

No vale que yo lo diga, pero me en-can-tó. (Si toca partir, ya sabés, partimos juntos.)

Marina Yuszczuk dijo...

Acá hay un tema que también es el mío, me considero viajera. Me pasó de ir desechando cosas por el camino y de encontrarme, en alguna mudanza, con cosas que no sabía de dónde venían y por qué eran mías. La pérdida se multiplica cuando también se pierden los recuerdos, pero uno se resigna, hay que confiar un poco en la memoria, en el sentido de lo que quedó.
"Recuerditos". Me quedo con esa palabra. Creo que nunca había visto el recuerdo en su versión diminutivo, me suena a la melancolía serena que yo, que no sé nada, encuentro en el italiano.
Pero también me siento un poco intrusa al estar escribiendo bajo el comentario de Nico, que me hizo dar saltitos por ustedes en esta noche de domingo, como una fan.

:)

Ana Miravalles dijo...

recuerditos: bagatelas turisticas berretas usada como en la pelicula bob esponja en la que trabaja david haselhoff as himself.

saltitos all together

Eva dijo...

Me pasaron dos cosas al leer este post:
1)Me acordé de un colombiano que conocí en un hostel en Chile, que andaba sólo apegado a un tarrito de nescafé, que el resto de las cosas las regalaba o canjeaba cuando ya se transformaban en peso para su mochila. Le canjeé un libro que leía en ese momento por un ejemplar ajado de La Vorágine, que a mi vez regalé una vez leido. Me enseñó a viajar. 2)Me morí de amor por los comentarios.
Besos

Marcelo Díaz dijo...

Cada uno hace su museo (¿museíto?) y lo que tiene de increíble es que sólo los que están con uno le encuentran sentido a todos esos cachivaches o papeluchos (la "ch" es plebeya y anti monumento). El domingo estuve con mi hija revolviendo en una bolsa de juguetes de cuando ella era chica, y estábamos los dos como nenes, y eso nos hacía a los dos más grandes.
Me encantó el texto.

Ana Miravalles dijo...

Chirimbolos, chucherías, pequeños fetiches personales, bien ordenados, todos dentro de sus cajas o bolsas para enmarcar y controlar -en lo posible- sus a veces excesivos poderes, y lo suficientemente distante para poder volver a ellos más grandes, más ligeros, más libres.
Gracias Marcelo.

Ana Miravalles dijo...

Eva, me parece que -sin saber que era colombiano, ni que me lo habías contado vos- yo me acordé de lo mismo!!!!
Un beso