Si uno mira con atención este escalón de mármol, a la vuelta de mi casa (Moreno 724), probablmente llegue a distinguir las bases de unas letras que en algún momento compusieron el nombre: Bristol Bar.
En el frente, en la parte superior de la fachada de este lugar quedan todavía los restos de algunas letras:
¿Es Confitería Club Bristol lo que se puede leer en esos restos de letras? ¿Son los soportes metálicos del toldo de la puerta los que se ven? ¿Será de la época en que estaba enfrente la sede social del Club Bahía Blanca North Western Railway -el que después terminó siendo el Club Pacífico? ¿O habrá abierto cuando el desagradable corralón municipal que funcionó sobre el viejo cementerio, fue transformado en una hermosa plaza (1920)?
Es raro encontrar cosas así en un lugar como este, que tiende sistemáticamente a borrar todo, a olvidar, y a hacer tabla rasa con todo sin ninguna pena. Esto no es "patrimonio" (no son edificios con estucos rimbombantes, ni hechos por arquitectos famosos), no queda el recuerdo de ningún parroquiano ilustre, ni hay a su alrededor ninguna mitología que le provea de una etiología, un sentido, una historia: es como una arruga, la marca de una sonrisa o una mueca de hace demasiado tiempo como para llegar a tener la menor idea de cuándo y por qué se fue formando.