Permanezco aferrada al suelo, a mis cosas pequeñas, a mis pequeños mundos, anclada -pareciera- a mis infinitos momentos de placer y recogimiento, mientras algunos amigos de otras épocas - no todos: los más inteligentes, y también los más astutos, los más pragmáticos - han sabido encaramarse con ligereza a la vertiginosa grupa de la política, habiendo hecho pie, al inicio, justamente, en algunos de esos pequeños y maravillosos mundos, pero dejándolos ahora lejos, muy lejos, moviéndose con destreza donde -parece- , está realmente "la verdad de las cosas", mirando hacia arriba, arriba, arriba...
Yo, se ve que padezco alguna incapacidad grave. Ellos ganan sueldos, posiciones, prestigio y poder. Yo sigo aferrada a la tierra: a la conversación atenta, a la bebida que se comparte, a la palabra que no se traiciona, a lo que pienso y creo, y también, a los versos suaves, a las ráfagas del viento al anochecer, a la rápida ondulación de la espuma de una ola escurriéndose por entre los dedos de mis pies.
2 comentarios:
Compartimos la misma incapacidad, será por eso que te quiero tanto.
:)
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