Desde hace algunos años, tengo un par de preguntas sin respuestas.
En primer lugar, nunca las formulé en voz alta, y de manera directa.
Cuando debería haberlo hecho, una sucesión de desgracias y de preocupaciones verdaderamente importantes las desplazaron a un remoto rincón de mi memoria.
Luego, las olvidé por largo tiempo.
Ahora me acucian.
¿Qué hago? ¿Tiene sentido preguntar ahora algo que tendría que haber preguntado y en todo caso, resuelto con alguna iniciativa personal mucho antes?
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