Enrique Banchs, director de la revista El monitor de la educación común publica en 1910, en ocasión del centenario de la Revolución de Mayo, una serie de textos sobre varias ciudades argentinas, entre ellas, Bahía Blanca (p 621-632)
Empiezan las calles pobladas distinguiéndose con el gris de tormenta de su granito nuevo. A los lados más depósitos, lomillerías, casas de arados...
Y destacándose como torres, o como fragmentos de colosales murallas, las casas de tres y cuatro pisos que, tomadas aisladamente, son trasuntos de las grandes ciudades, sin que nada les falte de lo que otorga la magnificencia de la civilización rica. Pero entre ellas, por un tipo perfecto y armonioso que subyugue los ojos con la serenidad de un paisaje, ¡cuántas que no tienen màs que la pretensión ridícula de ser grandes y son grandes deformemente como el sapo de la fábula!
¡Qué desatinada ornamentación, recargada y confusa! Cornucopias que parecen panes, cariátides con pómulos mongoles y senos reventando como sacos demasiado llenos, atlas de débiles piernas hundidas en el muro y desproporcionadas espaldas de talud. Creed que no espara poner en vitrinas el sentido estético de estos constructores italianos. Siempre he pensado que una cosa tan delicada como el rostro de la ciudad debería ser velado por un comité de artistas.
Chiclana 365
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