17 de febrero de 2009

Adoquines

Al ver esta foto hace unos días me acordé de lo que me contó el tío Abramo una vez:

Querido padre:
espero que estén bien. Yo también estoy de buena salud. El motivo por el que durante estos dos años no pude escribir es que me lastimé el brazo derecho. Escribir bien no podía, escribir mal no quería.

Algo así decía la primera carta que el hermano de Erina Baroldi escribió a sus padre en Poia, antes que yo venga. (1931)
Nunca más volvió a dar noticias.
Este hombre vivía en Tandil, y se había lastimado el brazo porque trabajaba en las canteras de granito, fabricando adoquines.

Viste como hacían los adoquines.
Y ganaban una miseria, como todos nosotros, los que no teníamos cerebro.
Imagináte, cincel y martillo, cada vez mas finito hasta que queda la forma del adoquín,
y hay que hacerlos todos iguales, parejitos.
No sé si a veces no corta un poco, la piedra bruta tallada así.
Es que esa es la piedra más dura que existe.
Fijate que pasaban por encima las ruedas macizas de los camiones, y no se hundían.

Hasta a Europa llevaban esos adoquines. Imagináte.

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