11 de abril de 2011

Temporada de membrillos


Foto: Victoria De Angelis



Ayer mi hermana me trajo de Ascasubi, del membrillero que está frente a la tapera, una bolsa llena de membrillos.
Hice dulce, a la noche, así sin muchas vueltas, los membrillos cortados en cubitos, una olla casi llena y unos 800 gramos de azucar y al fuego bien lento, dos horas, más o menos, hasta que los cubitos amarillos se volvieron rojos como la sangre y bien espesos.
Y la pasta frola no me sale todavía para la foto, pero sí para el estómago: desmenuzo 150 gramos de margarina con medio kilo de harina y bastante azúcar; a esa arenilla le agrego un huevo y una yema, y esencia de vainilla.

Saben a otoño en el campo, a recorrido en el Fiat entre los álamos mientras por la radio Nicola di Bari cantaba "Por ejemplo, me gusta robarme las peras maduras el aire cansado,  las flores silvestres...";  son duros de pelar, llenos de recovecos, de semillas ásperas y a veces también, de bichos, y tienen una consistencia que solo después de varias horas de fuego puede llegar a volverse placentera al paladar.

3 comentarios:

clothogancho dijo...

qué extraño lo de las estaciones... allá estás en los olores y sabores de otoño, la nostalgia y la memoria que se irá dulcificando, como el perfume de los membrillos. Aquí vivimos la primavera, y me nació un nieto... eterno ciclo de nuestra condición. Ahora pienso en vosotras.

Ana Miravalles dijo...

Gracias, clotho, y ¡felicitaciones!

Eva dijo...

Para mí los membrillos también tienen el perfume y el sabor de los otoños en Ascasubi, por eso son mi fruta favorita del otoño, aunque no se puedan comer así como así...