Hay, en la caja de esas cosas de las que me resisto a desprenderme, una colección de frascos de perfume (casi) vacíos. Han quedado en cada uno algunas gotas que se van poniendo cada vez más espesas, y más fuertes y que cada vez que las huelo, me marean con su avasallante y sutil poder de evocación
En el frasco actualmente en uso, litros de embriagante esencia.
El post que publicó hoy la belle saison - quien, por lo que vamos viendo, es especialista en el tema -, tiene que ver con este texto de Clarice Lispector (que me regaló Eva para mi cumpleaños):
¿He hablado ya del perfume del jazmín? Ya he hablado del olor del mar. La tierra está perfumada. Y yo me perfumo para intensificar lo que soy. Por eso no puedo usar perfumes que me llevan la contraria. Perfumarse es una sabiduría instintiva. Y, como todo arte, exige un cierto conocimiento de uno mismo. Uso un perfume cuyo nombre no diré: es mío, soy yo. Dos amigas me han preguntado su nombre, se lo dije y se lo compraron. Después me lo regalaron porque simplemente no eran ellas. No digo el nombre también por mantener el secreto.
Es bueno perfumarse en secreto.
Lispector, Clarice, Aprendiendo a vivir y otras crónicas, Siruela,Madrid, 2007, p 104
4 comentarios:
Quelle jolie surprise, ce lien vers La belle saison... Merci...
Et je vais chercher le livre de Clarice Lispector.
J'ai au creux du poignet Habanita, encore une fois, aujourd'hui, je l'ai senti, et je n'ai pu me résoudre à me l'offrir... Mystère des parfums.
Me encanta Clarice Lispector, Ana! Tengo el libro "Cuentos reunidos", cuando quieras te lo presto. Un beso!!
Je crois que le parfum le plus secret que je conserve est celui de la mémoire, ou plutôt la mémoire de ce parfum que ma tante portait en sa jeunesse et qui se mêlait à l'odeur des cigarettes américaines qu'elle fumait. Une seule fois il m'est arrivé de le percevoir sur une autre femme, que j'ai suivie comme l'on cherche la trace du passé.
Merci Ana de ton long message pour me parler de ton propre passé. Je comprends mieux maintenant. C'est magnifique.
Parfois, les fotos imposent une image sur le souvenir authentique, et elles l'étouffent. Les parfumes, en revanche, éveillent une sensation, pas figurative, un état physique lié aux passé qu'on voudrait prendre, mais qui s'enfuit tout de suite.
 bien tôt!
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