29 de abril de 2011

Ungaretti - Recuerdo de Africa

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El sol arrebata la ciudad


Ya no se ve nada


Ni siquiera las tumbas resisten mucho
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Traducido de Giuseppe Ungaretti, L'Allegria, en  Vita di un uomo - Tutte le poesie, Mondadori, Milano, 1977, p 11.

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25 de abril de 2011

Febo asoma, punto y coma



Si le hubiera pedido una foto a él, no me me hubiera dado esta. Me habría dado una foto de cuando hizo el servicio militar como granadero entre 1950 y 1952. Tal vez por eso le gustaba cantar así la marcha de San Lorenzo:

Febo asoma, punto y coma,
los zapatos de mi abuela son de goma
y los míos son de acero
para darle mas trabajo al zapatero

No tengo muchas otras a mano, pero esta, aunque sea una foto carnet, me gusta mucho. A los 51 años, espléndido, Victor, en el mes de diciembre de 1982.
(tal vez el efecto del plastificado sobre la foto y la granulosidad que produce la ampliación, acentúan la impresión de estar mirando una imagen muy muy remota)

No voy a eliminar la etiqueta amens de estos textos sobre su larga y terrible enfermedad. Pero amens, en rigor no es la palabra que definía su estado, sino demens como bien sabían los médicos que lo diagnosticaron a fines de 2003. Ahora voy a agregar otra etiqueta, Víctor, como para que en estos pequeños recuerdos pueda también hacer honor a su nombre.

24 de abril de 2011

Kavafis - Itaca

Cuando emprendas el viaje hacia Itaca
ruega que sea largo el camino,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
A los Lestrigones, a los Cíclopes
o al fiero Poseidón, nunca temas.
No encontrarás trabas en el camino
si se mantiene elevado tu pensamiento y es exquisita
la emoción que toca el espíritu y el cuerpo.
Ni a los Lestrigones, ni a los Cíclopes,
ni al feroz Poseidón has de encontrar,
si no los llevas dentro del corazón,
si no los pone ante tï tu corazón.


Ruega que sea largo el camino.
Que muchas sean las mañanas de verano
en que - ¡con qué placer! ¡con qué alegría! -
entres en puertos nunca antes vistos.
Detente en los mercados fenicios
para comprar finas mercancías
madreperla y coral, ámbar y ébano,
y voluptuosos perfumes de todo tipo,
tantos perfumes voluptuosos como puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
para que aprendas y aprendas de los sabios.

Siempre en la mente has de tener a Itaca.
Llegar allá es tu destino.
Pero no apresures el viaje.
Es mejor que dure muchos años
y que ya viejo llegues a la isla,
rico de todo lo que hayas guardado en el camino
sin esperar que Itaca te de riquezas.
Itaca te ha dado el bello viaje.

Sin ella no habrías aprendido el camino.
No tiene otra cosa que darte ya.
Y si la encuentras pobre, Itaca no te ha engañado
sabio como te has vuelto con tantas experiencias,
habrás comprendido lo que significan las Itacas.


Para mi padre, Víctor, que acaba de llegar a destino, y para mí y para ustedes también.
La traducción está tomada del blog de Gabi Romano

17 de abril de 2011

Ungaretti - Se está como

Se está como
en otoño
en los árboles
las hojas.

Si sta come
d'autunno
sugli alberi
le foglie





Aprendí este poema de Ungaretti cuando tenía 17 años.
Nunca pensé, hasta ahora, que iba a volverse así, literal, alguna vez.
Ahí está Víctor, mi padre, en su lecho, hoja de otoño.

Esta es la casa de Fossat, frente a la mía, y así lucían hoy a la tarde los tilos de la vereda.
Así se veían estos tilos en primavera.

(perdón por la ilustración, perdón por la referencia tan personal y directa, y por la analogía tan evidente.)


El poema me lo se de memoria, desde siempre, pero está, para quien quiera cerciorarse lo puede encontrar en  Giuseppe Ungaretti, Vita d'un uomo - Tutte le poesie,Mondadori, Milano, 1977, p. 87.

11 de abril de 2011

Temporada de membrillos


Foto: Victoria De Angelis



Ayer mi hermana me trajo de Ascasubi, del membrillero que está frente a la tapera, una bolsa llena de membrillos.
Hice dulce, a la noche, así sin muchas vueltas, los membrillos cortados en cubitos, una olla casi llena y unos 800 gramos de azucar y al fuego bien lento, dos horas, más o menos, hasta que los cubitos amarillos se volvieron rojos como la sangre y bien espesos.
Y la pasta frola no me sale todavía para la foto, pero sí para el estómago: desmenuzo 150 gramos de margarina con medio kilo de harina y bastante azúcar; a esa arenilla le agrego un huevo y una yema, y esencia de vainilla.

Saben a otoño en el campo, a recorrido en el Fiat entre los álamos mientras por la radio Nicola di Bari cantaba "Por ejemplo, me gusta robarme las peras maduras el aire cansado,  las flores silvestres...";  son duros de pelar, llenos de recovecos, de semillas ásperas y a veces también, de bichos, y tienen una consistencia que solo después de varias horas de fuego puede llegar a volverse placentera al paladar.

10 de abril de 2011

Elisa


Esta es la razón por la que no sé muy bien cómo seguir escribiendo aquí: hace veinte días falleció mi madre, Elisa Ferrari.

Esta foto nunca antes la habíamos visto. Está sacada en febrero de 1960, ella tiene casi veintiun años. Se ve que está en la playa y el sol la encandila un poco.

El domingo 17, a las 18 hs, vamos a hacer una celebración para recordarla, en la capilla del colegio María Auxiliadora (entrando por Gorriti), con soprano y todo.

Tejidos


A Elisa, mi madre, le`pusieron ese nombre en honor de su abuela materna, Elisa Alberti.
No estoy del todo segura si esta manta la hizo Elisa Alberti, o mi abuela Emma, allá en Poia, en el Trentino, en l norte de Italia, antes de venir a la Argentina 1928.
(Ahora ya no tengo a quién preguntar estas cosas).
Pero hace mucho, sobre esta u otra manta parecida, el tío Abramo (hermano de Emma) me contó esto:

La manta de Emma
El telar lo hicieron con un taladro viejo, mi padre lo compuso y lo instaló en el establo porque allí con la humedad de los animales se conservaba mejor la madera. La hermana Emma era la encargada de confeccionar las telas que se usaban después en la cama. Eran muy duras, se hacían con el cáñamo que se cultivaba ahí mismo, se ataban en manojo, cuando estaban bien secas se metían en un pozo con agua, con un peso encima para que se aplasten. Se lo levantaba, cuando estaba seco se machucaba, quedaba la fibra entera, salía el tallo y quedaba la fibra, se hacía un proceso con clavos de punta como quien carda la lana, se lo trabajaba de continuo.
Y  después se hilaba con la "molinella", con el "fuso", se lo ponía a ... no sé como se llama, ya no me acuerdo más, el telar con una espoleta de aquí y otra de allá. Para bordar las letras compraban los hilos de colores, y esa pobre muchacha con los pedales, había que levantarlo y apretar la parte de arriba y de abajo, y dele nomás, era ligerita. A veces se cortaba, entonces hay que enhebrarlo, si no sale cortado.


Cuando hacían "le lenzuola", las sábanas, como eran telas tan ásperas, las teníamos que amansar nosotros, los muchachos jóvenes. Y ahí se iba a la cama, no con piyama y calzoncillos, con una camisetita, no más, que duerman, después, cuando estaban blandas esas sábanas se las pasaban a los padres.


Hace unos años, antes de que conociéramos esta historia, mis padres trajeron del campo una bolsa llena de lana de oveja recién esquilada, los vellones crudos. Y una noche (y siguió luego durante varios meses) Elisa, mi madre, se armó un huso manual con una varilla y una base y se puso a hilar lana, a mano, e hizo ovillos muchos ovillos, de lana gruesa y también de lana más finita, y eso era en una época en que había problemas (no recuerdo cuáles) y después tejió pulloveres para ella y también para nosotras, así de lana color crudo, hilada a mano, en casa, y yo el pullover todavía lo tengo, pero me duele, me duele la lana, me duele el huso ese que todavía está en el galpón, me duelen las espinitas que se clavaba todo el tiempo en los dedos mientras hilaba (porque era lana cruda, esquilada así con tijera, de ovejas del campo, llenas de yuyo y abrojo), me duelen las manos engrasadas de grasa de lana cruda, y el olor viscoso que les quedaba, me duele el pullover que está ahí en el lavadero a medio destejer y que cuando lo empecé a deshacer un día que estaba enojada con ella tuve que dejar porque en medio de la bronca empecé a preguntarme ¿vas a tener coraje de tirar esa lana? ¿ o de tejerla de nuevo?.

En la foto, Nina Testoni, ignara de todo esto.

Ñoquis


De los cajones de la cocina de Elisa vino este histórico artefacto para hacer ñoquis. Los míos obviamente, son de paquete (pre-mezcla), no hechos con papa leche y harina.
Igual, ya hacía mil años que nadie lo usaba.
Ahora estos se están hirviendo en la olla, por eso este post es corto.
Me voy a colarlos y a comer.