19 de abril de 2015


El aire absolutamente calmo, y un raro resplandor sobre el barco que iba entrando esta tarde al puerto mientras esperaba que se hiciera la hora finalmente de cerrar e irme.
Ocho monjas hoy en el museo con sus hábitos negros, sus medallitas y promesas de oraciones para todos.
Alguien se me ha desvanecido.

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