8 de diciembre de 2014


Mientras recorría uno de los lugares más increíbles de la ciudad, El Viejo Garage, en compañía de tres personas fascinantes que tuve el placer de conocer personalmente recién ayer -Tverca, Alberto y Alan-, vi, entre los cientos de maravillas que nos ocuparon ahí durante casi tres horas, sobre el corcho de una botella de vidrio, una diminuta figura metálica con forma de niño tocando el violín. Fue el "punctum" de la visita, y el de esta foto de Alan Parker.



 Una botella tapada con un corcho sobre el cual hay una diminuta figura metálica de niño desnudo tocando el violín
Algunas estatuillas de bronce, -petit bronces, las llama Tverca-, mi padre tenía un montón de estas, e insignias de autos. No sé donde fueron a parar, creo que mi madre las vendio o las regaló. Y él se agarraba la cabeza.
Variantes del galpón.
Un inexplicable aire de familiaridad en una persona a la que veo por primera vez (creo).
No, no, no es casualidad dice Tverca cuando le cuento que un rato antes de saber que nos íbamos a reunir ahi me pasan la dirección de una persona a la que deseo intensamente visitar cuya casa está a cien metros: de la misma calle, la misma tarde voy al 564 y al 636.
Los afganos (todavía deben estar riéndose de mi tontería).
El poster con el famoso rubio de camel (salvo de esto, no saque fotos por respeto a los fotografos):



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