24 de marzo de 2015

Tarde de plaza
Una mujer de cabello castaño corte carré, bronceada y ropa cara se detiene y trata de mezclarse entre las que miran atentamente las plantitas que se venden en la esquina de la plaza justo en el momento en que yo paso caminando a su lado. Yo sigo despreocupada, pero cada vez que paso por ahi la veo y me llama la atención su vestimenta y su prestancia -que no es la de estos barrios-, está sola y no tiene en realidad ni niño, ni perro, ni un enamorado para besarse, ni guitarra, ni cigarrillo, ni ropa de gimnasia, que son las actividades y compañías del 99,9% de los concurrentes a la plaza. Termino mi caminata, la espero a Nina que corre un perrito, jugamos un poco al náufrago y al marinero y finalmente empezamos a volver a casa a través de la plaza. La mujer viene caminando con sus zapatos delicados, su hermosa remera larga, una camperita beige, y una cartera, nos mira, nos cruzamos, se sienta en un banco unos minutos, nos mira pasar, yo le sostengo la mirada, casi la saludo o le pregunto si necesita algo, de pronto -aunque nunca la había visto antes- comprendo quién es,  y qué hace ahí, y en ese momento ella se pone de pie, y se va caminando hacia Moreno, sola.

3 comentarios:

Marina dijo...

Gran texto, me muero por saber quién es la señora misteriosa.

Marina dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Eva dijo...

Impresionante, Ana.