28 de abril de 2014




Una situación que se planteó el mismo día que llegué (literalmente), nada demasiado grave, pero que estuvo hasta hoy como la neblina de esta mañana sobre mi cabeza. Ahora puedo sentarme a disfrutar, como corresponde, del post viaje. Y reveo por ejemplo esta foto, bellisima.

"Esta es agua de la marea" me dice Bárbara, la chica nueva, mientras enjuaga con el trapo de piso el agua que acaba de rebalsar en la tapa de registro que hay en el archivo del museo, "si fuera agua de la cocina tendría productos: viene por debajo, tiene el olor del agua de la marea". El tsunami que nos va a hundir no va a ser una ola gigante.




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