10 de abril de 2014

Me despierto despavorida en la madrugada, y ya no logro dormirme de nuevo, como si alguna terrible amenza me asecchara.

Tal vez me asecha, de veras, pero no logro darme cuenta qué es.

Algo se ha descalabrado y todo lo que debería seguir apaciblemente su curso parece empezar a girar en remolinos, y gira arrebatadamente aun en esa tarda hora en que todo debería estar en silencio y quieto.

Lenta recomposicion al ritmo de los versículos de los padrenuestros, la noche se apacigua.

Voto de silencio, por las dudas. Debería hacer un taller de inhibición.



Las flores de cosmos en el jardín de Noemí, la estrella federal que volvio a brotar después de un año, el almácigo de albahaca, las hojas de acelga y de lechuga, las caléndulas, los tallos de las zinnias que estuvieron en flor todo el verano.

Pero no, no quiero ponerme melancolica, nostálgica, aunque tenga tantas ganas de llorar.

La cuestión ahora es: no sé qué hacer mañana. Veremos.

No hay comentarios: