14 de enero de 2015

Como un exceso de voluntad de estar siempre ahí, así. Como los dedos que llevaba recién mientras caminaba, apretando con tanta tanta fuerza el puño de mi campera de algodón. Aflojarlos me dio trabajo, relajarlos, darme cuenta de que no era necesario en absoluto llevarlos así.
 
Estoy feliz porque en cinco días de vacaciones leí tres libros:
- Memorias de la piedra. Ensayos en tono a lugares de detención y masacre, Bs As, 2011. (que recibí como un regalo, apreciadísimo)
- Orden y progresismo. Los años kirchneristas, de Martín Rodríguez, Bs. As, 2014.
- Náufrago voluntario, de Alain Bombard, Barcelona, 1956 (que me prestó Mario y que devoré, en rigor en una única tarde, el último día de playa: todavía me arde la sal y siento gusto a pescado en la boca).

Hacía mucho que no lograba concentrarme y leer así, de un modo no fragmentado.

El viento sur no afloja.




No hay comentarios: