2 de mayo de 2014

Mucho sueño, un profundo sueño.

En la cooperativa, la mujer brasilera, con gorro, chinelas y echarpe saca su dinero de una bolsita de plástico y junta catorce pesos en billetes de a dos y varias monedas. La cajera la saluda con afecto, le pregunta cómo anda, hace alguna broma al nene que la acompaña, pero la mujer brasilera no se ríe, junta sus bolsas entre medio de la confusión que hay en la caja y se va, arrastrando los pies.

No es época de tomates, asi que están todos verdes. Mejor no llevo ninguno. Y cómo lo pasaste ayer, le pregunto ayer al chico que trabaja en la verdulería. Aburrido, en mi casa, me dijo.

La inquietante sensación de deuda: ¿qué es lo que tendría que estar haciendo y no hago? pienso en los muebles que quedan, en las cortinas que quedan, en las plantas que quedan en la casa todavía, ¿por qué no lo hago?

Finalmente, el libro mío, el de poemas, Arte Cisoria. Parece que va a haber un libro con tapas y hojas impresas con ese título. Como un licor tan largamente macerado que finalmente será un gota densa que emborrache, queme el paladar o mate.




No hay comentarios: