30 de mayo de 2015

De una concurrida procesión de semana santa en sevilla, llena de vírgenes, cófrades, nazarenos e  impregnada de olor a incienso, vela derretida y azahares, contaba Marisa mientras el helado se derretía en el vaso, se hacía de noche afuera, y unos pocos autos pasaban por la cortadita a la que da ese ventanal inmenso frente al que estaba sentada.

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