31 de mayo de 2015




Por un momento no nos vamos a escapar de las redes de la lírica. Habíamos logrado encontrarle un cierto encanto a esa que considerábamos una espartana belleza, la palabra despojada, el asunto prosaico, y no solamente: cundió como medida del gusto, de valoración, y espaldarazo para seguir (o no) escribiendo. Hubo quien pidio disculpas por sus "desbordes líricos".

"La lírica está muerta. O eso dicen:
que hace ya veinte años que está ausente 
que sus huesos se pudren en la tierra...

                        ....Pero vive
y está siempre volviendo. 
... resignada
toma otra vez los remos y hace fuerza"

dice Ezequiel Zaidenwerg, La lirica está muerta, Vox, 2011.


Todos nos desbordamos, porque hay algo poderoso en ella, y está siempre volviendo, y conmoviéndonos, y despertándonos de nuestro letargo y de nuestra soberbia:
(... los guardo como la sedienta planta del desierto guarda cada gota de rocío al amanecer...)

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